Podés atacar sin compasión que nosotros te vamos a proteger, pareciera decirle el embajador a su amigo Marito luego de que este le entregara el país en su demencial carrera política que le resultó totalmente adversa y ahora cruza los dedos para no ir preso.

Lejos de respetar la soberanía del Paraguay vilmente entregada por el gobierno de Marito, la embajada de Estados Unidos exhibe nuevamente muestras de autoritarismo y prepotencia en impunidad al involucrarse directamente en asuntos que competen exclusivamente a la República del Paraguay.

“Ya vemos lo que va a pasar si nuestras autoridades o gobierno van a involucrarse en el escándalo protagonizado por partidarios del presidente norteamericano Joe Biden y el expresidente que busca el rekutú, Donald Trump”, postea este sábado un indignado político luego de enterarse a través de medios de prensa de nuestro país ligados con el abdismo acerca de un “tercer aviso” al gobierno de Santi Peña para respetar la Constitución, las libertades y el Estado de Derecho.

Detrás del embajador Marc Ostfield, la oposición paraguaya y los medios “independientes” han establecido una estructura de ataques contra el presidente Santiago Peña con acusaciones que buscan debilitar al gobierno ante el consenso de naciones y, de esa forma, tentar cupos de poder en un momento en que se han quedado prácticamente con las manos vacías luego de que la alianza fracasara demoledoramente en las pasadas elecciones generales de abril.

El embajador logró acostumbrarse a oficiar de presidente de facto del Paraguay de la mano del expresidente Abdo Benítez, quien le entregó las llaves del país para ayudarle a deshacerse del adversario-enemigo cartista que, ya por entonces, avizoraba chances de victoria en las elecciones, como de hecho ocurrió.

En plena llanura, la oposición y sus amigos mediáticos reiniciaron una campaña infame parecida a la que llevaron a cabo en el gobierno anterior, cuando tomaron como territorio liberado los dominios corporativos, familiares y personales para descargar ira, odio y división en la más absoluta impunidad.

Jamás importaron derecho de terceros atacados porque ni siquiera organismos de supuestos derechos humanos levantaron la oreja acerca del festival de infamias desatado a nivel oficial, con la alegre complicidad de la oposición en pleno, la embajada americana e incluso el cardenal Adalberto Martínez y los sacerdotes a su cargo, convertidos en verdaderos hurreros, difamadores y calumniadores amparados en la impunidad y con el mismo libreto de quienes apuntaban al enemigo común para continuar con el festín de abusos de bienes y recursos del Estado, como lo demuestran las centenares de licitaciones direccionadas, los negociados feroces con la plata del Estado y, especialmente, la impunidad para dueños de medios sospechados de lavado de dinero y contrabando en gran escala.

Mientras los millones de dólares de la Conmebol duermen en un banco que se niega a devolverlos para no asumir directamente su trabajo de lavado de dinero, y el contrabando de tomates, aceite y licores sigue viento en popa con el zar escondido allende las fronteras, la embajada embiste de nuevo metiéndose en los asuntos del Paraguay, ante el relajo aparente del gobierno nacional que, inexplicablemente, se cruza de brazos aunque, seguramente, en algún momento saldrá a reaccionar como la situación lo amerita.

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