«¡Fuera del Congreso!, vaya a vender panchos en la calle, este no es su lugar», era una frase repetida de la ahora ex senadora, quien irónicamente probó este miércoles el amargo sabor de la expulsión en medio del delirio de protectores y medios aliados.

Sin argumentación alguna de defenderse del libelo acusatorio que contiene evidencias y documentos probatorios contundentes sobre su involucramiento en hechos de corrupción e incluso delitos en el ejercicio de su cargo, la senadora expulsada del Congreso Kattya González ensayó este miércoles una andanada de ataques con artillería verbal de grueso calibre contra sus “enemigos” cartistas, a quienes ofreció todo tipo de adjetivos descalificadores y una serie de tiroteos delirantes que fueron criticados por sus propios colegas.

“Ella es abogada y conoce a la perfección lo que significa una acusación y la forma de defenderse, pero eligió la peor fórmula que en el pasado le dio muchísimos dividendos pero ahora la paciencia del Senado colmó el vaso y le pasaron factura por hechos que nunca pudo haber rebatido con documentos que, en su caso, le resultaron totalmente adversos”, comentó este miércoles un funcionario del Senado abordado por La Mira poco después de que “la emperatriz de los medios” fuera despojada de su investidura tras un juicio sumario y contundente, a pesar de la mínima mayoría expuesta para el efecto.

“No quedó títere con cabeza”, apuntó otro testigo del juicio político al que fue sometida la Kattya luego de varios días de cruces verbales con sus ocasionales denunciantes, a quienes acusó de ser “empleados del patrón”, en alusión al ex presidente Horacio Cartes que oficia de líder del movimiento que precipitó la derrota electoral más humillante de la oposición en las pasadas elecciones de abril.

Las fuentes recordaron las exhibiciones circenses de la referente número 1 de la oposición y la alianza mediática anticartista en la campaña electoral del año pasado cuando, imbuida de una supuesta representación global, propició y llevó a la práctica una campaña electoralista perversa y sucia, donde todo lo que importaba a la carpa de enfrente era tildado prácticamente de “demonio”.

Kattya acostumbraba lanzar petardos verbales ensordecedores contra el crimen organizado y, suelta de boca, levantaba dedos acusadores contra todos quienes ella consideraba eran agentes o soldados de la mafia, cuando en la trastienda oficial de su aliado Marito traficaban hasta el hartazgo toneladas de cocaína a puertos de ultramar que llegaron a la friolera de 65 toneladas, aunque esta evidencia de narcoestado que comprometía al propio gobierno abdista era entendida como detalle menor por la voraz opositora con carta verde para atacar, humillar, mansillar, arremeter, insultar, degradar y denigrar en grado sumo a todos quienes no comulguen con su hoja de ruta.

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