Apenas perceptible, el precio del tomate bate récord tras una escalada imparable que pone los pelos de punta a las amas de casa pero no es visualizado por el BCP a la hora de exponer una inflación muy baja, poco creíble e interesada.

El precio del tomate se ha instalado este jueves en torno a los G. 20.000 el kilogramo en las grandes cadenas de supermercados del país mientras casillas de mercados de abasto y vendedores informales ofertaban el alimento básico entre G. 14.000 y G. 18.000 el kilo, ante la preocupación de amas de casa y referentes gastronómicos por la escalada que no muestra señales de mejoría.

La fruta roja es apenas un eslabón de la cadena de incrementos que viene experimentando de forma sostenida la canasta familiar y a pesar de su fuerte incidencia en el costo de la economía familiar se muestra invisible ante los ojos del Banco Central del Paraguay (BCP) que ahora e históricamente ha fijado variables poco creíbles de inflación.

“De hecho, el BCP se ha convertido en una institución de farsantes que maquilla los precios de los productos para establecer índices ficticios que perjudican a la cadena de valor económico con variables engañosos, perjudiciales para la seriedad del país pero favorables para el interés del poder”, afirmó a La Mira un economista de la propia banca estatal, consciente de esta situación anómala que persiste campante e impune en sucesivos gobiernos.

“Ser juez y parte en la fabricación de índices jamás podrá arrojar resultados serios sino valores imaginarios”, opina el ciudadano Agustín Dellavedova mientras selecciona productos en base a la variable calidad-precio en un supermercado de Asunción.

Un argumento oído entre bambalinas en el sector financiero oficial señala que el aumento del costo de la canasta familiar es directamente proporcional a las fluctuantes apreciaciones del vecino mercado argentino, que en coincidencia con el nuevo gobierno del presidente Milei experimenta incrementos geométricos sostenidos de precios de productos y servicios.

“Como se sabe, Paraguay prácticamente no produce alimentos de consumo familiar salvo la carne, que cada día está más ausente en la mesa familiar por su imparable precio a la suba, y por tal motivo debe apelar a las importaciones de Argentina y Brasil que, por su lado, enfrentan una lucha aparte con el costo de producción cada vez más impredecible y los sensibles precios de venta al público consumidor”, explica otro economista al tratar de encontrar una respuesta a la situación declarada.

El tema de las variables chapuceras e interesadas del BCP es un secreto a voces que se repite con el nuevo gobierno, ante la falta de índices creíbles que podrían provenir, por ejemplo, de organizaciones o sectores privados o no gubernamentales que realmente tengan en cuenta los valores o golpes que sufre la economía familiar debido al aumento de precios que en Paraguay es interpretado como una anécdota debido a la inoperancia de los  órganos de control y represión, sometidos por su lado a los intereses de los grandes empresarios, entre ellos políticos de peso en el entorno de gobierno.

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