Don Marcial Chaparro oficia de «tendotá guasu» de los vecinos unidos que luchan con la fuerza pública para instalar seguridad en Yryvucuá ante el acecho constante y perjudicial de bandas delictivas.

Pobladores de la ciudad de Yryvucuá, departamento de San Pedro, activan sin hacer ruido para ayudar a las autoridades, especialmente el Ministerio Público y la Policía Nacional, a enfrentar la acción de grupos armados dedicados a violentar la seguridad de la amplia región con hechos delictivos que generan malestar generalizado.

“No se puede vivir en paz en estas condiciones. Necesitamos unirnos los pobladores y las autoridades para encontrar un punto de lucha común que logre frenar la inseguridad poniendo a los delincuentes en manos de la justicia”, afirmó don Marcial Chaparro, líder histórico de la ciudad que a lo largo de los años ha conformado una Comisión de Seguridad Ciudadana exitosa, cuyos resultados le merecieron el reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos de América que le otorgó un premio honorífico como “Ciudadano sobresaliente”.

Chaparro se constituye en el eje vital del trabajo comunitario, a través de una organización estructurada en base a la ley de seguridad pública, donde la Comisión Vecinal de Alerta Temprana cumple un rol fundamental amparada en la Constitución Nacional, que establece el derecho de la gente a realizar acciones legales para garantizar la seguridad de todos.

Yryvucuá está enclavada en una zona agrícola-ganadera de San Pedro, donde confluyen industrias, comercios y actividades lucrativas, por una parte, y organizaciones campesinas que reclaman reivindicaciones en medio de escaramuzas sociales que, cada tanto, arrojan daños y lesionan la seguridad.

En medio de este escenario surgen grupos agavillados que se encargan de sembrar temor con hechos de abigeato, asaltos y robos de cualquier escala o magnitud, incluso en perjuicio de humildes familias que, de este modo, se ven privadas de sus vacas lecheras utilizadas para el sustento familiar.

En otros casos, los malevos recurren a la opción del asalto para apoderarse de bienes o recursos de vecinos trabajadores, ante la impotencia de la fuerza pública para poner freno a la situación debido a las dificultades propias de un territorio extenso y complicado.

En este marco emerge la figura de don Marcial Chaparro para oficiar de “tendotá guasú” de los vecinos y lograr la misión de unir criterios, voluntades y recursos para conformar un frente común encargado de oficiar de “ojos y oídos” de la Policía y la Fiscalía, que de este modo cuentan con una logística formidable para cumplir con sus obligaciones y responsabilidades.

La lógica consecuencia de este singular y exitoso esquema de acción conjunta está a la vista de todos, constituyendo un ejemplo de organización ciudadana que ha llevado al Congreso Nacional a establecer la ley de organización civil comunitaria como brazo articulado de la fuerza pública en casos específicos relacionados con la inseguridad, en cualquiera de sus formas.

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