Kattya se apresta a entrar al recinto parlamentario con el escrito de «defensa» en sus manos, que resultó un catálogo violento de ataques contra el cartismo y colegas senadores que no pensaban como ella, en una rara praxis de respeto en el disenso.
“En el equipo de Horacio Cartes hay gente que ya participado de asesinatos políticos. No voy a seguir el libreto de esta momia maquiavélica que representa al príncipe narco y sus aliados. Pretenden dejarme en una agonía cívica en lugar de una muerte física”, dijo en su discurso de despedida como senadora de la nación la opositora Kattya González, quien ocupó todo el espacio de defensa del libelo acusatorio que le acusaba de corrupta, se dedicó a disparar munición gruesa a quemarropa en una artillería verbal propia de esta agente del globalismo internacional con ínfulas de todopoderosa.
Suelta de cuerpo y con evidencia de furia dijo que no le dieron el derecho a la defensa y que, en todo caso, la acusación en su contra contiene “argumentos inventados” y falsedades para convertir en válida su pérdida de investidura.
Afirmó sentirse “demacrada y golpeada” al igual que la República a la que dijo defender y no perdió la oportunidad de tirotear nuevamente al cartismo al que se refirió diciendo que se trata de una “mayoría coyuntural funcional al crimen organizado” encargado de eliminarla como voz disidente para controlar el poder.
Sin mostrar o alegar pruebas o documentos fehacientes hizo futurología express ante los medios al señalar que la desventura que le toca experimentar es parte de “un plan sistemático para eliminar a todo aquel que osara desafiar la línea mafiosa del cartismo”.
La “mafia del cartismo” ha sido durante todo el electoralismo del año pasado carta de presentación proselitista de la Kattya quien, sugestivamente, no atinó a mover dedo acusador contra su aliado Marito, que por entonces llenaba de cocaína los puertos de ultramar a través de un esquema de “lucha contra el narcotráfico” que, de la mano del entonces ministro de la Senad Arnaldo Giuzzio (asociado a narcos y amigo de Marito), revelaba la política de complicidad del propio gobierno con el crimen organizado.
En otro momento de su discurso de “defensa” que resultó en un tiroteo de acusaciones sin ninguna alusión a las acusaciones que pesaban en su contra, la por entonces senadora se arrogó la voluntad popular apoyada en los 100.000 votos que cosechó en las elecciones del 2023 que, en su particular óptica, le daban derecho a hacer y deshacer según su voluntad, y de no someterse a las limitaciones, prohibiciones y sanciones de la ley que la misma decía representar.
“Este no es un juicio de expulsión sino la capitulación del Congreso que se aleja del pueblo al que dice representar. Es un acto de infinita cobardía y renuncia moral de un poder del Estado que ha perdido contacto con la ciudadanía”, apuntó en una expresión donde, nuevamente, se arroga la representación de la República y no admite disensos, discrepancia ni críticas.
“Ustedes (colegas senadores) son los que en este momento están siendo sometidos al juicio del pueblo”, recalcó en una difusa expresión que continuó a lo largo de su “defensa”, donde tirios y troyanos cayeron víctimas de su ofensivo bramido estilizado con toques desafiantes cargados de despreciativos denigrantes.