La lenguaraz senadora liberal efrainista Celeste Amarilla vuelve a ser noticia en la prensa, pero no por presentar un proyecto de ley en beneficio de los “comunes” sino para salir en defensa del orgullo gay, desparramando lexicografía escatológica cargada de veneno.
En un falso arranque de “patriotismo” salió este martes con artillería bélica para disparar municiones verbales contra el ministro de Agricultura y Ganadería, Carlos Giménez, quien durante el acto de inicio de clases en la escuela agropecuaria de Santa Rosa del Aguaray, departamento de San Pedro, no mostró predisposición para el ingreso de alumnos que no sean hombres o mujeres, lo que fue interpretado de inmediato por la colectividad “plural” nacional como mensaje de odio o discriminación de género.
Sin pérdida de tiempo, la alianza mediática amiga reclamó la opinión de una de las estrellas de los medios como es Celeste Amarilla, quien no desaprovechó el espacio gratis para disparar veneno contra el gobierno de Santi Peña y del ministro Giménez, a quien acusó de violar la Constitución Nacional que prohíbe toda forma de discriminación y, suelta de cuerpo, pidió al presidente de la República que sea destituido del cargo por ser “mal ejemplo” para el gobierno nacional.
“¿Cuál es el problema de tener aversión a los homosexuales? Hay personas a los que nos dan asco y punto, ¿o pretenden hacer que por ley aceptemos su condición de anormal?”, dispara en las redes sociales un indignado identificado como Ángel Ramón Ciotti, en coincidencia con incontables adherentes que opinan con los mismos términos.
Otro posteador señala: “Que te digan homofóbico es lo mismo que te digan que tenés fobia por insectos o arañas, o lo que sea, pero los pro-gay lo usan como si fuera una condición grave, siendo ellos los anormales. Déjense de joder y respeten lo que la inmensa mayoría piensa de ustedes, de la misma forma que piden que, a pesar del asco que genera, tengamos que aceptarlos como son”.
Según estadísticas oficiales, al menos el 90 por ciento de la población paraguaya profesa culto al cristianismo en sus diversas denominaciones y sacraliza la Biblia como Palabra de Dios, que califica como «malditas» o «anatemas» a las personas que mantienen relaciones sexuales con su mismo género, mientras los globalistas dicen que «todos tenemos derecho a hacer de nuestro cuerpo lo que nos plazca», entre ellos la práctica abortiva, el homosexualismo y otro abanico de perversiones.
Celeste Amarilla es la misma “representante del pueblo” que acusó a la ex fiscal general del Estado, Sandra Quiñónez, de “gorda de mierda” entre otros conceptos públicos claramente discriminatorios, y le deseó la muerte al ex senador Juan Carlos Galaverna.
“¿Por qué no te moriste vos, en vez de mi marido Anki Boccia, que tanto bien le hizo al país?”, había vociferado la desvergonzada legisladora sin entrar en detalles acerca del “bien” que le hizo al Paraguay su ex marido liberal nombrado director de Itaipú.