La política exterior de Estados Unidos es clave en el sostenimiento de las relaciones internacionales, entre ellos con la República del Paraguay, que es observada con visiones opuestas por los dos partidos políticos en disputa.
La presencia en Paraguay de tres referentes estratégicos de la política de Estados Unidos configura un escenario poco repetido en la historia de visitas de sucesivos gobiernos nacionales.
Dos enviados llegaron casi al mismo tiempo hace unos días y sin pérdida de tiempo se pusieron a activar para sondear la situación del país con relación a las denuncias o sospechas de lavado de dinero, en el caso de la OFAC, y el siempre remanido tema de nivel de transparencia en la gestión pública, que motivó el largo viaje del coordinador global del influyente Departamento de Estado norteamericano, Richard Nephew.
Por su parte, el representante de la OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros, encargada del tema lavado de dinero proveniente del narcotráfico y su relación con la seguridad de Estados Unidos), Alexander Márquez, mantiene reuniones con referentes del gobierno y del sector civil para terminar su visita con un informe que será elevado a consideración del Departamento de Estado, la misma instancia que, en su momento, declaró al expresidente Horacio Cartes y al entonces vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, como “significativamente corruptos” en una rara discriminación con el sector opositor y aliados mediáticos que no han sido molestados para nada y, por tanto, zafaron olímpicamente de cualquier tipo de acusación y sanción.
La actividad de Nephew y Márquez son calificados por el oficialismo en el poder como intromisión en los asuntos internos de la República del Paraguay, en contraposición al criterio expresado por el influyente senador republicano, Marco Rubio.
Rubio arribó al país casi al mismo tiempo que sus dos connacionales del ala demócrata y, en contraposición a estos, dijo ante la prensa que el mismo no se involucrará en asuntos que competen exclusivamente al Paraguay en su condición de país democrático, libre y soberano.
Las expresiones del congresista norteamericano cayeron como balde de agua fría en sectores de la oposición y en los holdings mediáticos aliados, que aguardaban con delirante impaciencia alguna “bomba” acusadora de Rubio para ser agregado a la artillería verbal desplegada contra el gobierno de Santi Peña, quien cada día recoge restos de los añicos en que dejó el país el gobierno de su antecesor inmediato, Mario Abdo Benítez.
“El día que la OFAC y el departamento anticorrupción del gobierno norteamericano compliquen en sus acusaciones a referentes abdistas, comenzando por el propio Abdo Benítez, vamos a creer que realmente están interesados en la democracia y la transparencia; de otro modo, seguiremos afirmando que estas dos dependencias lo único que buscan es seguir la agenda mediática-opositora para sacar del poder al cartismo y, de ese modo, aplicar sin contratiempos la globalista Agenda 2030 de perversión e infamia”, afirmó en un medio oficialista este martes un referente del cartismo en el poder.
Este panorama se presenta en un año electoral clave para Estados Unidos, que deberá elegir presidente en una puja que se presenta harto reñida, con el demócrata Joe Biden en el interés el rekutú y el expresidente republicano Donald Trump con ansias de retornar al gobierno del país más poderoso del planeta.