Dolor y llanto inundan los campamentos de refugiados. Paraguay debe honrar su cultura de generosidad acogiendo a familias vulnerables en estos momentos de terrible necesidad. Brasil hizo lo propio, en medio de la aceptación de su gente. (Foto: El Periódico).
Ciudadanos preocupados por la suerte de millones de ucranianos que viven sin futuro en países solidarios como Polonia y Bulgaria, piden que los descendientes de ese país europeo en Paraguay brinden acogida generosa a sus compatriotas, especialmente a madres con sus niños que, por ahora, dependen de la caridad internacional para sobrevivir en medio de penosas condiciones.
Los hombres de entre 18 y 60 años de edad tienen prohibido abandonar territorio ucraniano porque deben estar al servicio de las fuerzas de defensa.
“Es hora de que los ucranianos residentes en Paraguay inviertan en sus propios compatriotas la generosidad que han recibido históricamente de gobierno y pueblo paraguayos”, postea este domingo el ciudadano Silvio Mutti, en coincidencia con otras personas que opinan en el mismo sentido.
“Son gente muy trabajadora y con principios que han ayudado a forjar el desarrollo de nuestro país, y hoy día cuentan con buen nivel de vida, especialmente en el departamento de Itapúa, donde han erigido un emporio de progreso y estabilidad”, resaltó José Ignacio Perelló, quien tiene buenos amigos y, ocasionalmente, hace negocios con algunos referentes productivos de aquella zona, afirmó.
La Mira hizo una consulta con el cónsul ucraniano en Paraguay, Andrés Trociuk, acerca de la posibilidad de que, tal como lo hizo el Brasil hace unos días, nuestro país también recibiera a contingentes de refugiados con todas las garantías consagradas por la Constitución Nacional para este tipo de personas.
Entonces, Trociuk afirmó lacónicamente que la idea se está manejando a nivel regional, sin dar más detalles.
“El cónsul debería tener ya algún tipo de respuesta para sus paisanos a esta altura de los acontecimientos, teniendo en cuenta que, seguramente, en poco tiempo esos refugiados en Polonia y Bulgaria estarán sufriendo los efectos más duros de su condición de exiliados forzosos, como es la falta de alimentos, medicinas y techo propio; ni hablar de futuro digno para ellos”, aseveró Virginia Mancuello, quien se declaró amiga de una familia de ucranianos de Encarnación.
A mediados de la década de los 90, la población ucraniana en Paraguay era de unas 10.000 personas, agrupadas en comunidades cercanas a Encarnación, donde se dedican mayormente a la agricultura y los negocios, con excelentes resultados.
El cónsul Trociuk es uno de los referentes principales de esa colectividad europea y en todos estos años ha amasado una enorme fortuna con los agronegocios, constituyéndose en parámetro de la esperanza de refugio en nuestro país de sus compatriotas que se encuentran en grave situación de vulnerabilidad a causa de la invasión rusa.