Perdido y lejano aparece el presidente Marito, mientras el país sufre las secuelas de la inoperancia gubernamental, especialmente la inseguridad que golpea inclemente a diario, sin esperanza de mejores días para el Paraguay. (Foto: Diario La Nación).
El declarado y extendido fracaso del presidente Mario Abdo Benítez en la “lucha” contra la inseguridad en el norte del país se ha cobrado una nueva víctima inocente, la profesora Isamar Cabral, cruelmente asesinada mientras realizaba sus labores docentes, y se suma a los caídos como consecuencia de la inoperancia del gobierno ante el estupor colectivo que no deja de sorprender.
En su calidad de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la nación, Marito ha prometido en repetidas ocasiones poner cepo a las actividades criminales en el norte del país, especialmente al acecho latente del ilegal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) alimentado por la izquierda, pero a falta de un año para el término de su mandato la situación no ha experimentado mejoras y, peor aún, con el paso del tiempo gana virulencia y espanto.
Tres compatriotas igualmente inocentes, Edelio Morínigo, Félix Urbieta y Oscar Denis, se mantienen indefinidamente en calidad de secuestrados por el grupo terrorista, pero antes que respuestas el gobierno presenta promesas, en una saga interminable de mentiras que confrontan con la realidad lacerante de la región, donde los habitantes soportan un ambiente de tensión extendida sin salida a la vista.
De esta manera, la mafia del crimen organizado ha sentado reales en el norte, sin que el gobierno se digne en molestarle sino ensayar tímidas y precarias intervenciones que acaban por arrojar víctimas inocentes, como ha ocurrido estos días con el atentado explosivo sufrido por soldados de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), la organización policial-militar creada para garantizar la seguridad pero que en la práctica demuestra una supina falta de resultados, a pesar del más del millón de dólares mensuales que el pueblo les paga por sus malos servicios.
Este viernes, airados y decepcionados pobladores concepcioneros salen a las calles a protestar contra la inseguridad, mientras la Policía trata de descifrar el entramado que gira en torno al asesinato de la profesora Isamar.
“¡Marito es el culpable!”, vociferan encolerizados ciudadanos tras afirmar que durante todo su mandato el presidente de la República nada ha hecho por devolver su perdida tranquilidad al norte del país, que irónicamente ha incrementado sus acciones violentas ante la impotencia de la gente, que no ve la hora de que Marito salga del gobierno para continuar vegetando en su termo dorado de Lambaré y Miami.