Marito enfila rumbo al avión para uno de sus tantos viajes al exterior, de donde seguramente vendrá con las manos vacías y falsos positivos electoralistas que, en el otro extremo, mantienen postrada a la población.
Como si todo marchara sobre ruedas en este país que está patas para arriba, el presidente de la República no para sus viajes por el exterior pagados por el pueblo, y no pierde la oportunidad para presumir de su imagen de estadista disparando falsos positivos acerca de su “lucha” contra el crimen organizado, lavado de dinero, narcotráfico, contrabando y otra serie de problemas nacionales.
La palabra “corrupción” no está muy apegada a su dialéctica desde el momento que el mismo es protagonista de acusaciones de saqueo inmisericorde de las arcas públicas, que incluyen millones de dólares destinados a la pandemia de covid y negociados feroces en obras públicas, entre ellas su pasión por el asfaltado de rutas y caminos que favorecen directamente a su empresa particular, mientras la gente no puede circular por el alto costo del combustible y tampoco tiene ofertas de trabajo, por lo cual se mantiene en una línea de pobreza permanente.
El Vaticano, Colombia y Estados Unidos han sido sus recientes destinos oficiales, que en la práctica constituyen viajes turísticos y de marketing personal, porque nada útil aportan ni aportarán para el mejoramiento del Paraguay, que deambula en medio de improvisaciones y falta de liderazgo, que parten del particular modus operandi de Marito de cortejar con la oposición y los medios en busca de impunidad.
Instituciones estratégicas como Seprelad, Senad, Senac, etc., están en manos de opositores, quienes se friegan las manos cada vez que deben mostrar resultados de sus gestiones, esto es, hallazgos de presuntas irregulares del enemigo común, el cartismo.
Esta retórica de odio se encarga de trasladar Marito adonde quiera que fuere, haciendo lo posible por ganarse la aprobación general que, en el caso de su propio país, le es tangencialmente negativo con sondeos que relegan su figura de estadista a los últimos lugares de preferencia.