«Yo no fui» parece decir Marito, quien enfrenta graves denuncias de rapiñaje público, negociados feroces y asociaciones ilícitas, entre otros cargos que el Departamento de Estado «olvidó» mencionar en su informe. (Foto: Diario Popular).
En consonancia con el informe de la ONU que pone en tela de juicio la injerencia de Estados Unidos en asuntos internos de los países, como el caso de Paraguay, el Departamento de Estado de ese país dio a conocer un informe sobre derechos humanos en países del mundo donde cita a Paraguay y enuncia como endémica la impunidad de los saqueadores públicos instalados en los espacios de poder.
En varios puntos del informe la influyente oficina que maneja la política exterior estadounidense cuestiona la corrupción empotrada en las instituciones paraguayas y señala que los organismos correspondientes pasan de largo las sanciones que las leyes de la República establecen para los depredadores de los fondos presupuestarios que salen del bolsillo de la gente.
Tras poner en tela de juicio los casos multiplicados de lesión de confianza, malversación de recursos públicos, evasión de impuestos y asociación ilícita para delinquir, entre otras perlas del Estado y el gobierno paraguayos, Estados Unidos pone el ojo en la Fiscalía General del Estado y señala que esta institución actuó con lentitud para que se puedan llevar a término los juicios en los tribunales.
El Departamento de Estado va más allá y saca a la luz la trama perversa del Poder Judicial cooptado por la clase política para cocinar sentencias y lograr tibias condenas de funcionarios de menor rango, mientras altas autoridades comprometidas en hechos de rapiñaje y enriquecimiento ilícito, entre otros delitos penales, gozan en impunidad.
La oficina estadounidense de relaciones exteriores se cuida de citar a Mario Abdo Benítez en su informe, a pesar de las graves denuncias de rapiñaje de fondos públicos que pesan en contra del presidente de la República, específicamente con fondos multimillonarios del covid (unos 2.400 millones de dólares obtenidos de préstamos internacionales y otros 1.500 millones de dólares en donaciones de países amigos), más otras especies delictivas como negociados feroces con la colectividad política y mediática aliada, y otros millones de dólares de ganancias ilícitas a través de contratos con el Estado a pesar de estar expresamente prohibidas por la Constitución Nacional.
El Departamento de Estado tampoco cita a Marito por sus posibles vínculos con referentes terroristas de Medio Oriente y tampoco hace alusión a las más de 55 toneladas de cocaína procedentes de nuestro país incautadas en mercados del exterior.
Marito es señalado por altos referentes políticos de nuestro país, no comprometidos con su gobierno, de oficiar de agente secreto o embajador paralelo de Estados Unidos, por exponer en bandeja las cabezas de su propio ex aliado de campaña presidencial y actual vicepresidente Hugo Velázquez y del expresidente Horacio Cartes, quien le dio votos para ser presidente de la República en el 2018 y le salvó de dos pedidos de juicio político.
El presidente de Paraguay guardó silencio luego de que Estados Unidos declarara a Velázquez y Cartes significativamente corruptos y ni siquiera atinó a defender la institucionalidad de la República ante el flagrante hecho de injerencia exterior en los asuntos internos de Paraguay, tal como lo denunció en su informe la propia ONU, que no solo cuestionó la intromisión norteamericana sino las sanciones políticas y económicas violatorias de los derechos humanos aplicadas a sus víctimas propiciatorias.
A nivel local, referentes abdistas y amigos de la oposición se llamaron a silencio luego del informe de la ONU y del Departamento de Estado, prefiriendo reservar energías para atacar juntos al cartismo a falta de pocas semanas para las elecciones generales del 30 de abril.
Según las críticas, Marito oficia técnicamente como jefe de campaña del efrainismo e incluso se da el lujo de celebrar una hipotética alternancia con la oposición en el poder, donde el mismo tiene grandes intereses creados con el continuismo, y el cambio para no cambiar nada, porque su nombre suena como posible reo de Tacumbú.