Este «ejército» de profesionales antinarcóticos paraguayos y brasileños dotados de logística y equipos de primer mundo no es suficiente para atrapar a narcos, según se desprende de la falta de información sobre detenidos.

La Operación Nueva Alianza 38, realizada en el marco de la responsabilidad compartida y en base a un convenio de cooperación vigente entre la Senad y la Policía Federal del Brasil realizó intervenciones durante 12 días en el Departamento de Canindeyú donde procedió a atacar centros de producción de cannabis asentados en zonas boscosas.

Según el informe correspondiente, la fuerza antinarcótica conjunta recibió el apoyo del Ministerio Público, Fuerza de Tarea Conjunta, Fuerza Aérea Paraguaya y la Primera División de Caballería del Ejército Paraguayo. Mediante este importante contingente se realizaron incursiones aéreas y terrestres en conocidas zonas de producción de marihuana como Brítez Cue, Yby Pytã, Siete Montes y la Reserva del Mbaracayú.

“A través de las intervenciones fueron desarticulados 68 campamentos narcos y se procedió a la destrucción de 266 hectáreas de plantaciones de marihuana. También se detectaron y anularon 38.120 kilos de marihuana lista y 650 kilos de semillas de la misma hierba narcótica”, señala el escueto informe de la Senad.

Se estima que la operación sacó del mercado regional al menos 836 toneladas de marihuana, cuyo principal destino sería el mercado brasileño.

El costo de la droga sacada de circulación, en territorio paraguayo, es de unos 25 millones de dólares, aunque su valor final ya colocado en el vecino país es al meno stres veces superior.

«Este tipo de operaciones apunta a desalentar a las estructuras criminales, afectando sus finanzas mediante el daño patrimonial y la expectativa de lucro en torno a los cultivos de marihuana», afirma la Senad.

La institución antinarcótica paraguaya omite informar sobre detenidos, si los hubo, en una práctica común que es puesta bajo la crítica ciudadana que habla de intervenciones incompletas o irregulares porque “matan el perro, pero no la rabia”.

El presidente electo, Santiago Peña, como parte de su programa de trabajo y recuperación del país tras el desventurado gobierno de Marito, prometió lucha frontal contra el crimen organizado, entre ellos el cambio total de mandos en la Senad, en medio de la expectativa ciudadana porque caras nuevas arrojen resultados concretos y no más operaciones para la foto, a juzgar por las miles de toneladas de droga «made in Paraguay» caídas en comiso en el exterior, a pesar de que medios locales anuncian a cuatro vientos la destrucción de toneladas de sustancias ilícitas, con escasas o nulas detenciones.

Está grabado en el sentir ciudadano el nulo trabajo legado por el entonces ministro Arnaldo Giuzzio, amigo de Marito, quien fue descubierto en flagrante coqueteo con un capo del narcotráfico, por lo que mal podría pedírsele resultados en la «lucha» contra las drogas.

Este caso permanece impune, dormido en los tribunales, mientras el ex ministro zurdo es visto disfrutando en libertad y dedicándose a lucrativas actividades privadas, alejado del «ruido» y «molestias» del poder público.

Igual o peores resultados cosecha la actual ministra de la Senad, Zully Rolón, «niña mimada» de Giuzzio que sigue fielmente los pasos de su mentor y «padrino».

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *