Kattya arremetió con violencia contra colegas que no le apoyaron en su intento de salvarse de la destitución. «Son criminales con miedo», alegó en parte de su retórica escatológica sin atinar a defenderse de los cargos.
¿Qué queremos para este país? ¿Un narco Estado manejado por gente sin escrúpulos, mafiosos, torcedores de la voluntad popular, o un Paraguay democrático manejado por ciudadanos decentes que aman la rectitud, los valores y principios de la vida en democracia?, señaló este miércoles la ahora ex senadora opositora Kattya González poco antes de ser echada del Congreso por acusaciones de corrupción y delitos comunes en el ejercicio del cargo que no pudo rebatir con documentos sino con violentos ataques verbales, propios de su peculiar “estilo de trabajo”.
Tras ponerse del lado de los actúan con coherencia y sin torcer las leyes, con honestidad, sacrificio, sangre, sudor y lágrimas, se dirigió a la “claque política” -en referencia a los enemigos cartistas y, como siempre, eludiendo arteramente al abdismo aliado- diciendo que pretende repartirse al Estado como botín de guerra y para ubicar impúdicamente a sus hijitos, parientes y amantes con sueldos multimillonarios negados a profesionales y ciudadanos meritorios.
Alegó sentirse víctima del “burdo montaje mediante el cual un grupo de agentes del crimen organizado desconoce a los más de 100.000 votos que legitiman esta banca” que “grafica muy bien de qué lado se acuesta cada uno de los parlamentarios aquí presentes”.
Llamó la atención que haya utilizado con vehemente repetición la palabra “miedo” al dirigirse a sus potenciales “enemigos” que le negaron su voto de confianza y le mandaron a la llanura.
“Aquí se huele miedo. Aquí, el lugar que se supone que es por excelencia un espacio de debate y de libertad, sobrevuela el hedor del miedo. Se percibe la pestilencia de los que se arrastran con indignidad, por codicia, por cobardía, se percibe el miedo de los sometidos, de los que obedecen sin chistar, aún en medio de humillaciones. Veo miedo en muchas miradas”, disparó ante el asombro de los presentes que después alegaron no sentir ningún tipo de temor sino lástima por Kattya por “cavarse su propia tumba”.
Sin bajar los decibeles, y continuando con su retórica sobre el miedo, la por entonces aun senadora de la nación dijo que el miedo les unía e impulsaba a sus oponentes a formar parte de “este acto grotesco y patético”.
“Es el miedo que este gobierno le tiene al pueblo paraguayo, de que se acabe la paciencia ante la sucesión de escandalosas traiciones a la confianza de la gente”, apuntó.
A lo largo de su discurso leído, Kattya se arrogó la condición de honesta, decente, patriota y defensora de los derechos de la gente, entre otros conceptos puestos en tela de juicio por sus propios colegas en la trastienda del Senado.