Marito y su asistente Mauricio Espínola se ríen, tal como hicieron con instituciones estratégicas utilizadas como garrote electoral al repartir como caramelo información confidencial o secreta a medios amigos en la guerra sucia contra el cartismo.

A través de un diario abdista, muy interesado en el blanqueamiento de Marito y ministros imputados por traicionar sus responsabilidades como administradores de la función pública, el senador cartista Derlis Maidana logró el milagro de ser escuchado y reafirmó que, a partir de la propia Presidencia de la República en la era de Mario Abdo Benítez, instituciones estratégicas del Estado como Senad, Seprelad y Senac, a cargo de tres exfiscales que deberían conocer al dedillo las leyes del país, se unieron en confabulación para practicar una persecución implacable contra todos los cartistas, sin ningún derecho a la defensa.

En ese sentido, Maidana eludió citar el papel protagónica de la prensa amiga para generar, instalar y distribuir odio y división por toda la República, involucrando arteramente a instituciones otrora creíbles como la Iglesia Católica, que a través del cardenal Adalberto Martínez ofició técnicamente de hurrero de la alianza para exhalar veneno contra todo lo que llevara el sello HC.

De esta forma, no solo hombres y mujeres involucrados en la carrera electoral fueron objeto de crueles y perversos ataques sin ningún cuidado de fuentes, documentos o evidencias para descargar ira contra los adversarios políticos así convertidos en “enemigos mortales” por obra y gracia de amigos unidos en mancomunión para el continuismo, a sabiendas de los colosales beneficios económicos y distribución de cargos públicos en juego.

De acuerdo a datos recabados por La Mira, tanto la Senad, a cargo del entonces ministro Arnaldo Giuzzio como Seprelad (Carlos Arregui) y Senac (René Fernández) cumplieron a rajatablas la orden superior emanada del propio Marito para utilizar información sensible con fines políticos o, dicho de otra manera, repartir como caramelo documentos secretos o clasificados a la prensa amiga para desarrollar su inventiva y manipulación contra los “enemigos”.

“No le dieron (al cartismo) ningún derecho a la defensa”, disparó también el senador oficialista tras hacer alusión a la forma discrecional en que el abdismo llevó a cabo su persecución política con el aplauso del amigo embajador norteamericano y el cardenal Martínez.

Durante la cruzada de persecución, intelectualoides conocidos en el ambiente y escribas otrora respetables por sus voces críticas se embarcaron, por su lado, en feroces competencias por quién se destacaba con los “mejores” descalificativos, acusaciones, infamias y calumnias con una impunidad a tambor batiente.

Esos mismos hombres y mujeres “valientes” escudados en la impunidad hoy día reclaman “justicia”, mientras personas y familias enteras víctimas de sus crueldades piden que no haya olvido ni perdón.

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