Parte ínfima del catálogo de ONGs denunciados por recibir millones para hacer el trabajo que alegan pero que en la práctica serían utilizados para desestabilizar al gobierno, defender intereses foráneos y enriquecer a sus dirigentes.

Con la misma “fórmula” utilizada en el gobierno de Marito para repeler con infundios y ataques inmisericordes a los adversarios electorales (cartismo), los grandes holdings mediáticos nuevamente ponen en marcha una campaña de desprestigio contra el gobierno y todo lo que signifique peligro para sus intereses corporativos, en este caso la ley a punto de sancionarse que pone en remojo el festín de los millones manejados de forma oculta, secreta o encubierta por las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), que lloran a mares ante la posibilidad de quedar al descubierto su esquema de perversión financiera.

Utilizando sofismas rebuscados que en la práctica conducen a la búsqueda de impunidad para que continúe campante el festival de derroche, los organismos creados para ayudar al Estado a sostener la democracia y el bienestar poblacional se victimizan en grado sumo con la finalidad de tentar alguna respuesta afirmativa a su pretendido blanqueo.

Para esta acometida recurren a amigos distribuidos en sectores claves de poder, como el Congreso Nacional, donde senadores y diputados aliados afinan puntería contra el proyecto de ley que busca regular el funcionamiento de las ONGs en la República del Paraguay fundamentalmente a través de la transparencia con la declaración documentada de las actividades financiadas en el territorio nacional.

Diarios independientes han venido publicando investigaciones acerca del modus operandi de algunas ONGs conocidas por las sumas siderales que manejan, rodeados de selectos millonarios cuya actividad real se desconoce, a pesar de que sus corifeos dicen sin mostrar documentos que ellos no solo exigen democracia sino actúan internamente en democracia.

Una pareja convertida en ícono de la plata fácil, abundante y sin rendición de cuentas, según las investigaciones, es la constituida por Soledad Núñez y Bruno Defelippe, de fracasada incursión política con la oposición y los medios en la pasada campaña electoral.

Tanto Núñez como Defelippe se rasgaron las vestiduras y lanzaron gritos al cielo ni bien el proyecto de ley de transparencia de las ONGs saliera a la luz pública, tal como lo hacen a diario otros referentes conocidos de esas sospechosas organizaciones.

De acuerdo a los datos, decenas de ONGs reciben sumas importantes para desestabilizar al gobierno en beneficio de intereses foráneos, especialmente la instalación de la degenerada ideología de género rechazada por el 99% de los paraguayos.

Otra ONG en la mira es Semillas por la Democracia, manejada por Marta Ferrara, a quien consideran elemento del globalismo dedicada únicamente a disparar veneno contra el gobierno a cambio de los millones que recibe y se niega a rendir con documentos.

Las ONGs operan bajo diversas fachadas o máscaras, pero en el fondo persiguen la misma causa, o sea ganar dinero fácil sin rendir cuentas a nadie, involucrándose en verdaderos festines sectarios o personales, mientras los destinatarios a quienes dicen ayudar se mantienen invariables, coinciden en señalar impulsores de la ley que regula el funcionamiento operativo de estas cuestionadas organizaciones multiplicadas como hongos bajo el falso eslogan de “sin fines de lucro”.

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