
La impronta de violencia instalada por los padrinos de los invasores (en la foto, los ex senadores de izquierda Pedro Santacruz, Hugo Richer y Sixto Pereira) no solo continúa, sino ha llegado a niveles detonantes. Cinco órdenes de desalojo no son cumplidas por la Policía.
Lejos de que las aguas se calmaran luego de la violenta manifestación de hordas armadas que se hacen llamar campesinos sin tierra en la zona de Naranjito (Canindeyú), la situación se ha tornado extremadamente tensa en el entorno, ante el temor de vecinos por la posibilidad abierta de que en cualquier momento el lugar convertido en polvorín genere estallidos de impredecibles consecuencias.
El domingo 28 de setiembre, en el contexto de una manifestación realizada en la ruta 3, invasores de Pindó liderados por Jorge Mercado, con orden de captura por un rosario de crímenes y delitos, tomó de rehén al comisario principal Gerardo Aquino quien, tras ser amenazado de muerte, fue zarandeado y obligado a entonar el conocido estribillo zurdo “el pueblo unido jamás será vencido”.
Mercado estaría oculto dentro de Pindó, al amparo de pistoleros y apadrinado por políticos.
Señalan al intendente municipal del aledaño distrito de Yvyrarovaná, César Machuca, como “gestor” de las reivindicaciones campesinas, específicamente la entrega a los invasores de las 4.499 hectáreas ocupadas, “a cambio de la paz”, según sus propias expresiones, que causaron críticas de grueso calibre en filas del Partido Colorado al que alega pertenecer.
Los invasores de Pindó actúan respaldados por armas de guerra y bombas de fabricación casera, visualizó la Policía a través de drones.
En uno de los paneos sobre las actividades de la finca invadida divisaron a hombres portando fusiles automáticos tipo 5.56, de uso reservado para militares en Paraguay, mientras otros campesinos blandían amenazantes bombas molotov durante la manifestación rutera.
Los propietarios de la estancia violentada tienen en agenda nada menos que 5 órdenes de desalojo, ante el nulo intento de cumplimiento por parte de la Policía, según informes.
Mientras esto ocurre a unos 330 kilómetros al Este de Asunción, en una de las zonas agroganaderas más prósperas del Paraguay, los invasores de Pindó se atornillan en el enclave, que lo han convertido en búnker tipo guerrillero donde también opera campante el negocio de la producción de marihuana, entre múltiples delitos criminales, ambientales y contra los derechos de los niños y las mujeres.