Líderes iniciales de la propiedad privada invadida. El extenso predio fue objeto de un ecocidio inmisericorde, convirtiéndose en territorio liberado con tentáculos en la mafia de la droga y la madera, con total impunidad. Hasta el Gobierno tiene miedo de acceder al lugar.

La estancia Pindó fue, hasta el 2012, un referente de producción de ganado de elite y fuente de trabajo para muchos vecinos de la zona de Ybyrarovaná, departamento de Canindeyú. A partir de entonces, luego de una invasión violenta, se instalaron en el lugar decenas de familias con culto de obediencia a la Organización de Lucha por la Tierra (OLT), que sin demora comenzaron a talar indiscriminada e irracionalmente añosos y cotizados árboles que cubrían de verde un horizonte de 3.657 hectáreas hasta convertirla hoy día en un páramo que expone al desnudo no solo el accionar vándalo y depredador de los invasores sino la inacción criminal de los organismos públicos de seguridad, el Congreso Nacional y las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que en todo este tiempo han prestado oídos sordos al clamor de los propietarios, mientras el poder se regodeaba de nuevos afiliados cautivos y los líderes del asentamiento convertían la zona en territorio liberado propiciando la producción extensiva de la marihuana para nutrir a la mafia.

Hoy día, 8 años después, la situación en el lugar es de franco deterioro social por delaciones secretas de presuntos actos de violencia contra la mujer, abusos sexuales contra menores, trabajos forzados, alcoholismo, desaparición de personas y otras prácticas propias de un esquema marcadamente despótico, donde los líderes ofician, al mismo tiempo, de patrones, amos y señores, blandiendo dedos acusadores que pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte ante el menor atisbo de desobediencia.

Nadie se anima a entrar en Pindó, bautizado por los invasores como Asentamiento 1º de Marzo, e incluso otros nombres simbólicos. Las autoridades han dicho nones a las órdenes de desalojo, bajo variadas evasivas. El miedo y la orden superior han surtido efecto, mientras se utiliza el gancho de la necesidad social insatisfecha para encubrir la violación de la propiedad privada y abusos en cadena contra el medio ambiente y los propios asentados.

“Padrinos” aliados con autoridades sí han sido rápidos para dotar a los invasores de comodidades básicas, como agua corriente y energía eléctrica gratis de la ANDE. Los ranchitos provisorios iniciales se han convertido en residencias dotadas de comodidades; hay muchas casas con acondicionadores de aire y antenas parabólicas, almacenes bien surtidos y una escuela con materiales didácticos del MEC.

Cada tanto, camiones cargados con mercaderías variadas ingresan al territorio liberado. En otros sitios del extenso predio invadido activa sin cesar un ejército de “soldados” al servicio de la mafia del narcotráfico y la madera, que han erigido un esquema operativo técnicamente calcado de organizaciones terroristas como las FARC, según consultas realizadas por La Mira.

“Para los extraños que bajo algún motivo se animan a entrar ahí, la amenaza es letal”, expresa nuestra fuente, tras explicar que los interesados deben acudir a políticos de alta gama y líderes campesinos, “como si estuviéramos en una guerra”.

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