Uno de los ataques perpetrados por los invasores de Pindó. El establecimiento productivo se convirtió en un polvorín peligroso con detonación social. Las actividades ilícitas son el pan de cada día y el Estado no da señales de vida.

“El Estado paraguayo en este momento está petrificado y paralizado por la pandemia; es un Estado desbordado que vierte la totalidad de su fuerza en el tema sanitario, por lo que está imposibilitado de intervenir en la invasión de Pindó. En los momentos que pudo haber intervenido no lo hizo, y menos lo hará ahora”, afirmó la abogada del establecimiento, Margarita Colmán.

El relato de la profesional es contundente.

“Paso a paso, todo ha ido en absoluto desastre. Empezó con el atentado a mi persona. Con mis acompañantes fuimos tomados de rehenes durante varias horas en los bosques aledaños a la estancia. Primeramente nos asaltaron, nos quitaron el sueldo y balearon nuestra camioneta”, expresó.

Comentó que el 6 de diciembre de 2019 se produjo el ataque final a los últimos dos retiros: Ysaú y Guaraní.

“Ysay fue incendiado y el otro desmantelado. Destruyeron la estructura de la casa para el personal y el tinglado para resguardo de maquinarias. Robaron los cepos, balanzas y pesas, y arruinaron totalmente los potreros ante la atenta mirada de la Policía, que se vio rebasada por 150 violentos”, lamentó.

La Policía de Naranjito (a cargo de la seguridad de Pindó) cuenta con 3 agentes; en la comisaría aledaña de Laurel operan otros 3 personales y el puesto policial de Santo Domingo tiene 10 uniformados.

Ningún agente puede abandonar su puesto “y cuando intentaron intervenir fueron rodeados por unos 150 invasores armados, que no les permitieron siquiera hablar y bajo amenazas les hicieron correr de nuestra propiedad. Esa es la realidad de nuestros guardianes del orden en aquella zona”.

Con respecto al ataque y posesión de los últimos retiros, la Dra. Colmán sostuvo que tras varios intentos le permitieron al director zonal de Policía de Salto del Guairá algunos “beneficios”.

“Armados con revólveres y escopetas, amenazando que no se intente nada raro, nos permitieron sacar del retiro unas 400 cabezas de ganado de elite, y después nada. A 17 kilómetros está el retiro Vaca Retâ con otras 370 cabezas que también desalijamos. Ahora tenemos solo 4 personas que ofician de guardias armados en este retiro, que es el único que sobrevive de la estancia y que ni siquiera forma parte de la finca pretendida por los campesinos, sino otras dos fincas de 1.000 hectáreas cada una que se compraron de particulares y se anexaron al predio mayor del establecimiento. Hasta eso pretenden; es más, la toma de rehenes y asalto se produjo dentro de ese retiro”, precisó la abogada.

Ella misma se preguntó qué hacer ante el drama de larga data que representa Pindó.

“Hay desolación y zozobra absoluta. ¿Debo esperar el 2021 o directamente tiro la toalla porque no hay posibilidad de solución? No se ve la luz al final del túnel; el Estado no da ningún atisbo de esperanza de que vaya a solucionarse la cuestión. Esa es nuestra realidad, el premio que nos dan las autoridades por tener la osadía de trabajar y producir, cumplir nuestros compromisos tributarios y ofrecer trabajo digno a decenas de familias que se niegan a anotarse como ‘campesinos sin tierra’ y ser retribuidos con tierra ajena para dedicarse después a ser esclavos de líderes fundamentalistas, haciendo de las actividades ilícitas el pan de cada día”.

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