Arco en blanco para la educación paraguaya. Como si la pandemia no fuera drama generalizado, abundan las improvisaciones en la cartera manejada por el polémico ministro Petta con la bendición de Marito.
Que sí, que no. Que las clases serán solo virtuales durante toda la pandemia, que serán también presenciales; que no habrá clases en todo el año, que sí lo habrá; que los estudiantes tienen derecho a estudiar, que ese derecho está limitado ahora por el coronavirus; que los profesores tendrán que capacitarse durante la cuarentena, que no podrán hacerlo por falta de estructura específica; que los colegios privados no pueden cobrar la mitad de la cuotas porque tienen compromisos rígidos, que sí pueden bajar los pagos para hacer causa común con la situación económica de los padres, etc., etc.
Las improvisaciones extendidas en el Ministerio de Educación no terminan por instalar un mínimo de confianza en sus autoridades, especialmente en el ministro Eduardo Petta, quien acaba de recibir un voto de censura del Poder Legislativo, a la que no lo logró convencer acerca de las medidas adoptadas por la estratégica cartera para este difícil año de pandemia.
A la crisis sanitaria, de esta manera se suma la crisis educativa, en un país con uno de los más altos índices de analfabetismo y pobreza estructural, donde la educación está altamente politizada y la estructura organizacional, incluidas las suculentas y siempre dudosas licitaciones, responde a un sempiterno esquema de amigos del poder.
El resultado de este estado de cosas está a la vista de propios y extraños, con escuelas en estado de ruina, docentes mal pagados, o enseñando fiado hasta que aparezca el ansiado rubro que no existe, sumado a la enorme deserción laboral (especialmente en el sector rural) debido a la falta de oportunidades de mejor vida como secuela de la política estatal fallida.
Estos días, el siempre cambiante e impredecible ministro de nuevo sorprendió a la población al anunciar la posibilidad de clases presenciales en pocos meses más, cuando la malla educativa en situación normal estaría desarrollada en un 70 por ciento.
Los maestros entraron en alerta, más aún cuando el mismo Petta había dicho con ampulosidad que no se ha analizado el tema de clases porque en primer lugar está la salud de la gente, en referencia explícita al cuidado contra el coronavirus.
“Nos preguntamos cómo hubiera reaccionado, o qué hubiera dicho Petta si las previsiones de contagio se cumplían, aunque sea mediamente”, observaba este miércoles un maestro de Asunción, mientras deshojaba margaritas sobre el futuro real de la situación académica y temas vinculados, en especial la calidad educativa ofrecida en este 2020 a más de un millón de niños y jóvenes en todo el país.
El cúmulo de malogradas decisiones en el ámbito de la educación comprometen como responsable solidario al gobierno del presidente Mario Abdo Benítez, quien ha demostrado en todo este tiempo al mando del país una manifiesta falta de personalidad para manejar la política de Estado con la firmeza requerida, y que no le tiemble la mano a la hora de firmar el decreto de “gracias por los servicios prestados” a autoridades corruptas, ineficientes o inoperantes.