Marito durante la inauguración de obras en Encarnación, donde defendió a capa y espada al ministro Mazzoleni y se desgañitó en halagos hacia el «presidenciable», pasando a segundo plano los negociados con fondos para la pandemia.
Con lenguaje firme pero cargado de sofismas, el Presidente de la República dijo este jueves en Encarnación que todos los culpables de defraudar al Estado paraguayo deben ir presos, y que su gobierno no apañará a sinvergüenzas que quieran robar el sueño y el esfuerzo de la gente en esta pandemia.
Tras declararse demócrata y despojado de cualquier ánimo de impunidad, dijo que “con dolor” asume la situación de amigos cercanos que enfrentan investigación de las instituciones correspondientes ante presunciones de dolo en el manejo de los fondos del coronavirus.
Tras destacar el ejemplo de Paraguay ante el mundo en la lucha contra el coronavirus, siguió defendiendo la gestión opacada de denuncias del ministro de Salud Pública, Julio Mazzoleni, y provocó sorpresa cuando dijo que el secretario de Estado cuenta con casi el 100 por ciento de aprobación de la gente para una eventual puja por el cargo de la primera magistratura de la nación en el próximo quinquenio de gobierno (2023-2028).
Marito intentó, con la vehemencia de su discurso, pasar a segundo plano el desastre financiero generado por algunos de sus colaboradores en el manejo de millonarios fondos destinados, en los papeles, a financiar los costos de atención a la pandemia y a reanimar la maltrecha economía nacional.
Lo que está haciendo, al defender a capa y espada a sus leales, es levantar el pulgar a la corrupción, que hace acto de presencia en las instancias donde se manejan fondos del covid 19, comenzando por el Ministerio de Hacienda, donde su hermano tiene arte y poder absoluto de recursos multimillonarios que en la calle no se ven y la gente no percibe.
Si es cierto lo que dice, él debería ser el primero en ir preso como responsable solidario de los derroches protagonizados por sus colaboradores, y conste que todavía no comenzaron las supuestas inyecciones de oxígeno financiero vital para levantar la economía, coinciden en expresar en las redes sociales sorprendidos ciudadanos.
Sostienen que mejor le hubiera ido al Presidente evitar hablar del tema, y proceder a retirar su confianza a los desleales que reinan en su entorno, echando mano de los múltiples beneficios que otorga el poder.