El Gobierno postergó los reclamos de sectores empobrecidos por la falta de ingresos y, una vez más, se adelantó en premiar a la rosca del transporte público urbano, ante el repudio generalizado de sufridos usuarios.
El senador nacional Salym Buzarquis disparó munición gruesa contra la extorsión exitosa consumada por la rosca de empresarios que manejan las chatarras del transporte público urbano, y tras realizar un comparativo de costos internacionales del petróleo -del cual se obtiene el combustible diésel que mueve los colectivos- llegó a la conclusión de que, una vez más, los eternos privilegiados del Gobierno se salieron con las suyas al lograr un subsidio de G. 400 millones mensuales para el gremio que conforman 33 líneas de servicio.
“Cuando el gasoil sube G. 200 (los transportistas) piden aumentar el pasaje en G. 200. Ese combustible que mueve los buses, desde el pasado 12 de marzo, hasta el 20 de mayo, bajó G. 650, entonces el pasaje mínimo debe bajar G. 450”, expresó.
Explicó que se trata de matemática simple, ajustada a valores reales.
Calificó como “burla” del Gobierno la baja del pasaje de G. 100 para el servicio convencional, y G. 200 el diferencial.
El sector empresarial de transporte es calificado como destino histórico de los privilegios del Gobierno, a partir de la dictadura, cuando este selecto batallón de aduladores se encargaba de hacer llegar a la gente a los locales de votación a cambio de favores, que en todos los casos se traducían en dádivas para los propietarios y pésimo servicio para los usuarios.
A duras penas, en su momento el Banco Nacional de Fomento pudo recomponer sus finanzas, luego de que la rosca empresarial del transporte público urbano accediera a un multimillonario “crédito” de varios millones de dólares para la supuesta renovación del parque vehicular en mal estado, pero la operación fallida resultó en un daño patrimonial cuantioso para el Estado, la continuidad sin ánimo de mejora del malogrado servicio, y el rápido enriquecimiento de los protagonistas del golpe.
Poco o nada ha cambiado desde entonces en el esquema operativo de estos peculiares detentadores de poder fáctico, y una muestra más se patentiza estos días, cuando reciben una millonaria bendición en plena época de pandemia, en perjuicio de millares de micro y medianas empresas que claman en el desierto por una ayudita del Gobierno, y de al menos 40.000 trabajadores que se quedaron en la calle, entre otros múltiples perjudicados ninguneados que reman para sobrevivir.