El genial poeta y compositor pilarense Carlos Miguel Jiménez recrea la situación de un Paraguay humillado por los abusos del poder, más que nunca comparados con profético realismo con la situación actual plagada de precariedades y latrocinios extendidos e impunes.
Quizás como nunca, la genial creación del insigne compositor pilarense Carlos Miguel Jiménez fulgura en el tiempo y toma forma de proverbial premonición asociada al caos de gestión de gobierno precipitado por una sucesión de malas, o intencionadas, decisiones sobre políticas institucionales para la pandemia que resultaron generalizadamente en fracasos estrepitosos, con el agravante de que fueron dilapidados recursos colosales que hubieran servido para una atención preferencial de la ciudadanía en sus necesidades de cuidado integral, y capitalizar el descalce financiero provocado por la crisis económica.
Sin embargo, una parte millonaria de los recursos prestados del exterior con el argumento de costear la pandemia, fueron a parar posiblemente a cuentas particulares, provocando nuevos ricos, mientras la ciudadanía no tiene plata para costear sus necesidades básicas insatisfechas, entre ellas comida y servicios.
El presidente de la República, Mario Abdo Benítez, el único gran responsable del desastre en ciernes, lejos de hacer una autoinflexión y pensar en positivo con respecto a la urgencia de asumir posiciones radicales contra la corrupción enquistada, con señales permanentes de metástasis, en instancias de manejo de los fondos siderales, se mantiene firme en su inacción, como si el silencio fuera la receta para tapar los enormes agujeros de gestión, que ocasionan una respuesta poblacional acentuadamente crítica, como síntoma del hartazgo de experimentar a diario malas nuevas sobre la marcha del país.
Los cuestionamientos provenientes de diversos sectores ciudadanos, empresariales y políticos, Marito los asimila como elementos de anecdotario, sin mostrar el mínimo perfil de un líder que sabe escuchar, que sabe responder y que sabe acompañar al pueblo en su rutina de vida.
Nadie sabe en qué va a terminar este estado de cosas, pero, como consuelo, se presenta oportuno soñar con la patria soñada por Carlos Miguel Jiménez en una instancia similar de abusos del gobierno y de ninguneo al clamor de la gente por un país mejor y más humano.
Extractamos algunos párrafos de la genial poesía convertida en canción:
“Patria que no tenga hijos desgraciados, ni amos insaciados que usurpen sus bienes,
La nación modelo por su democracia, huerto con fragancias de fueros humanos.
“Patria sin murallas para el pensamiento, libre como el viento, sin miedo a metrallas,
La nación modelo que por su cultura se eleve a la altura de todos los cielos.
“Donde alegren trinos de son libertario a los proletarios y a los campesinos,
Patria donde haya voces de estudiantes, promesa vibrante de luz paraguaya.
“Sueño en una Patria sin hambre ni pena, ni odiosas cadenas que empeñen su honor,
Donde el bien impere, sin sangre ni luto, bajo su impoluto manto tricolor”.