Los promeseros y devotos, con atuendos tradicionales de plumas de aves y máscaras, durante la celebración en honor a San Francisco Solano, donde convergen en armonía la religiosidad, el paganismo y la cultura popular.

La población de Emboscada, a 40 kilómetros de Asunción, revivió este viernes una antigua tradición donde se conjuga en armonía la celebración religiosa a San Francisco Solano, patrono de la populosa compañía Minas, y el ritual pagano representado por promeseros conocidos como guaicurúes, que en una práctica de siglos continúan honrando la tradición con sus famosos y particulares trajes confeccionados con plumas de aves y máscaras variadas sin definición propia.

La misa se realizó en el templo católico ubicado a unos 4 kilómetros del centro urbano de Emboscada, con la solitaria presencia del intendente municipal, Silvio Peña, en representación de las autoridades municipales, y fieles de la comunidad que este año se cuidaron de asistir masivamente debido a las limitaciones de la Ley de Emergencia Sanitaria por la pandemia.

Como cada año, la parroquia de San Francisco Solano lució impecable, con adornos coloridos y la novedosa instalación de lavamos y alcohol, a cargo de amables servidoras que no pasaron desapercibido este detalle muy importante.

Los guaicurúes son un pueblo indígena que según la historia ocupaban parte de la amplia región, y con la llegada de los españoles empezaron a perder costumbres e identidad, hasta que desaparecieron del lugar, pero dejaron un rico legado cultural que persiste cautivante hasta nuestros días.

Los pobladores cuentan que con las honras a San Francisco Solano buscan reivindicar el trabajo misionero durante la época de la Corona Española, cuando evangelizadores católicos que, al mismo tiempo, oficiaban de maestros, enfermeros, albañiles, cocineros, y desarrollaban tantos otros oficios y tareas en favor de los pobladores, desplegaban su misión convertida en sacrificio y arte.

La parroquia cuenta la imagen del santo y a sus pies la figura de un nativo de rodillas en señal de adoración, que ayer, como todos los años, fue paseada a bordo de un vehículo por gran parte de la ciudad de Emboscada, donde recibió las honras correspondientes, y el acompañamiento de decenas de fieles.

Muchas personas confieren al santo patrono dones curativos, y de esta manera cada 24 de julio se puede apreciar en el camino al templo a familias enteras ataviadas con el reconocido plumaje, máscaras y otros tipos de adornos que los devotos se encargan de confeccionar con profunda lealtad.

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