El paradero de la pequeña sigue en el profundo misterio, sin que investigadores de élite destinados a la búsqueda puedan aportar nada relevante en el caso, que ya lleva más de 100 días y solo genera dudas.
Con el paso del tiempo, y transcurridos más de 100 días sin que se avizore ninguna novedad que lleve a determinar el paradero de la niña Juliette Le Droumaget, la canción compuesta por el profesor Vicente Ramón Riveros en modo de himno cobra actualidad por el contenido de la letra.
La canción alude implícitamente a la posibilidad de que la pequeña ya no esté con vida, y apunta dardos expresivos acusadores especialmente contra la madre, Lilian Zapata, quien insiste en desconocer detalles del hecho, a pesar de que la criatura con capacidades especiales se encontraba en compañía de la misma cuando desapareció en medio de un misterio, indescifrable aún para los mejores investigadores del país.
“Dónde estás Yuyú, dónde estás Juliette
Si estás en la Tierra
O ya estás en el Cielo
Queremos saber”
Así dice una parte de la estrofa del “himno” compuesto por el docente de la escuela San Vicente Ferrer, vecino de la granja Pakará, donde residía la pequeña en compañía de su madre y su padrastro, el alemán Reiner Oberuber, quien aparece ahora como sospechoso en el caso después de que la Policía descubriera en el aparato celular del mismo cantidades industriales de material fotográfico y audiovisual de contenido pornográfico.
Ante la falta de respuesta del Ministerio Público, que llegó a destinar tres fiscales investigadores en la causa, la vecindad de la compañía Isla Alta ha asumido la defensa moral y espiritual de la niña, haciendo causa común con la necesidad de no dejar que se instale la impunidad.
En ese sentido, periódicamente realizan cadenas de oración y ayuno, pidiendo a Dios que la pequeña víctima de la crueldad humana aparezca viva en cualquier momento.
“Si tus padres no te quieren
Nosotros te queremos
E iremos hasta el final
Para saber la verdad”.
El sentimiento de empatía patentizado en la letra del profesor Riveros enmarca la resiliencia instalada en los vecinos de Yuyú, en la seguridad de que no podrá triunfar el mal sobre el bien, aunque del otro lado se encuentre maniobrando toda una organización ilícita que busca la impunidad a cualquier precio, sin importarle para nada la suerte de una inocente privada de su libertad sin culpa ni pena.