Monte Pakará pusieron como nombre a este pequeño paraíso natural enclavado en el entorno de Emboscada, que irónicamente se convirtió en un infierno con la misteriosa desaparición de Juliette, cuyo paradero aún se desconoce.

Este 15 de agosto se cumplieron 4 largos meses desde aquel miércoles de abril en que dieron por desaparecida a la niña Juliette Le Droumaguet de la vivienda que compartía con su madre y su padrastro en la compañía Isla Alta de la ciudad de Emboscada, a unos 45 kilómetros de Asunción.

Desde el principio, el caso se vio rodeado de misterios, con una trama donde se mezclan indefinidamente relatos de variado tenor, incluso los de carácter esotérico, con testificales acumulados en todo este tiempo que, en la práctica, no han generado resultados para los pocos familiares, pero muchos vecinos y amigos de la pequeña que reclaman porque sea encontrada sana y salva.

Sin embargo, el Ministerio Público solo responde con un profundo silencio, enlodándose cada cierto tiempo con informaciones en falso positivo que, en vez de instalar algún grado de tranquilidad, someten a la causa a un nivel de desconfianza generalizada, donde hacen su aparición protagonistas de alto poder fáctico, sospechosos acaudalados y piezas de variado escalón masónico.

El propio presidente de la República mostró interés en el caso durante su visita a la ciudad de Emboscada hace unas semanas, pero nada.

Vecinos unidos, estupefactos por la magnitud del hecho punible cometido contra una inocente de 7 años afectada por una enfermedad neurológica que no le impedía repartir gracia y cosechar el amor de la gente, mantienen celosos una cruzada de oración, mientras los investigadores tardan en encontrar la respuesta reclamada.

En medio del misterio, aún indescifrable incluso para policías de elite involucrados en la causa, emerge desafiante la sombra de la impunidad, en un país donde este término forma parte de la “cultura” fiscal-judicial.

“Dónde está Yuyú”.

La frase, asumida como eslogan por la ciudadanía, se mantiene firme, con gritos que se pierden en el tiempo y el espacio, instalando en la sociedad una mancha enmarcada por la crueldad sin límites de personas que, despojadas de toda humanidad, se han asociado para ocultar sus diferencias del otro lado del resplandor irradiado por una criatura impregnada de pureza.

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