Laguna de la estancia Pindó, que servía de abrevadero de animales y que según la denuncia fue envenenada por los invasores provocando la muerte de miles de peces, como parte de un esquema de destrucción total de la ganadera para emprender un nuevo orden criminal.
En los 8 largos años de invasión, la agroganadera Pindó S.A. se ha convertido en un territorio sometido y con manos libres para todo tipo de actividades ilegales y criminales, ante la ausencia absoluta del Estado, que se ha llamado a silencio ante un grupo de 300 familias que mantienen en zozobra y presas de terror a las autoridades nacionales, llámese fiscalía, Policía Nacional, Senad, Mades, organismos de Derechos Humanos, Infona, MAG, etc., que no se animan a ingresar al predio ocupado por la amenaza armada de grupos de “guardias” que fungen de policías y jueces.
Todo esto ocurre en Paraguay, donde supuestamente impera el Estado de Derecho, pero está demostrado que la institucionalidad es apenas un bastión fácilmente vulnerable con el uso de la fuerza del mbareté y el cháque, que es la fórmula utilizada por los invasores para poner en línea a las fuerzas públicas, que en esa zona del país son bien visibles solo a finales de cada mes, cuando se puede apreciar a los funcionarios públicos haciendo cola en los cajeros automáticos para percibir sus salarios.
En todo este tiempo de inacción pública, la deforestación y los daños al ecosistema se han consumado irremediablemente; los ataques y vandalismos han dejado su impronta de terror, pero esto no afecta sólo a la estancia Pindó y sus propietarios, sino que sus efectos dañinos se han extendido cómo un cáncer a las poblaciones aledañas de los distritos de Yrakyry, Yvyrarovana, Nueva Esperanza, Santa Lucía, Laurel, Puerto Indio, San Alberto y muchos otros poblados más pequeños, manteniendo a los colonos y connacionales honestos y trabajadores en estado permanente de zozobra a partir de “cuartel central” delincuencial en que se han convertido los otrora exuberantes bosques nativos de Pindó.
De hecho, la Ganadera Pindó S.A. fue invadida con el objetivo inicial de ser explotada y comercializada la madera proveniente de los valiosos árboles en vías de extinción, dejando al descubierto la terrible desprotección estatal al entonces emporio productivo con fuente de trabajo para muchas personas de poblaciones vecinas que hoy día están desempleadas, sin ningún tipo de ayuda del gobierno.
Los propietarios no paran de lamentar la falta de garantías y respuestas a los reclamos multiplicados de justicia a las autoridades departamentales, locales y nacionales, con el agravante de que ninguna propiedad privada de la jurisdicción está a salvo del ataque de grupos delictivos surgidos de los invasores de Pindó, quienes se han convertido en amos y señores de la zona, y deciden la suerte de los demás, sean empresas, inversiones productivas e incluso la vida de las personas.
No existe en Paraguay antecedente tan nefasto para la inversión privada como la registrada en la agroganadera Pindó S.A., donde, a más de los terribles hechos narrados, se suma la deforestación irracional e indiscriminada de una reserva forestal de 2.900 hectáreas con valiosas especies nativas en vías de extinción.