El gobierno está obligado, en esta oportunidad, al desafío histórico de rescatar a un secuestrado y destruir una facción criminal, mucho más que descubrir raciones de vacaí y documentaciones que, al final, de nada sirven para restablecer el orden público en el norte.
El paso contundente de los días sin que se tengan noticias del secuestrado Oscar Denis y de algún avance en el esquema de inteligencia del Ejército que permita avizorar algún fulgor de esperanza de que el EPP será historia en algún momento de la historia paraguaya, son el fiel reflejo de la falta de respuesta del gobierno -a través de su propagandeada, costosa e ineficiente Fuerza de Tarea Conjunta- al clamor popular de poner fin al estado de cosas, que se suma dolorosa a problemas acuciantes que arrastra indefinidamente el país, entre ellos la pobreza y la corrupción.
El desafío del gobierno, a través del presidente de la República Mario Abdo Benítez, quien oficia constitucionalmente al mismo tiempo de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, se torna imperioso y urgente, teniendo en cuenta especialmente la debilitada salud del secuestrado y la necesidad de restablecer el orden perdido en el caótico norte, donde la población se ha convertido en testigo mudo e impotente del paso diario de soldados y equipos que dicen buscar al grupo criminal, el mismo que se les escapó de las manos en el fracasado intento de entrar a los montes y echar mano de los terroristas, y que terminó con la lamentada muerte de dos niñas en un supuesto intercambio de disparos sin ninguna prueba documental que conduce a una sospecha de ejecución.
De acuerdo a datos suministrados por la misma FTC, la estrategia de combate que salió a la luz pública a través de la prensa apunta a cubrir una extensa área boscosa donde se estima estarían escondidos los secuestradores, de manera a interrumpir el esquema de logística y obligarles a salir del monte para poder atraparles, pero según nuestras fuentes la logística necesaria es proveída por los mismos vecinos de la zona que hacen causa común con los criminales a cambio de protección y ayuda económica, en un negocio de ida y vuelta que ha dado resultados.
Se desconoce qué hará la FTC para rescatar a Denis, pero lo cierto es que esta peligrosa aventura le puede costar la vida al secuestrado, y otra vez el EPP podría salir indemne, manteniendo impune su extendido terror en el norte, y de esa manera volver a ridiculizar al “enemigo”, que le cuesta a los paraguayos la friolera de 14 millones de dólares anuales más múltiples beneficios sociales.
En una práctica histórica, los presidentes de la República juran al momento de asumir el cargo y proclaman el servicio al pueblo como misión sagrada, y, en caso contrario, que Dios y la Patria se lo demanden.
Si Marito y su fuerza pública desplegada en el norte vuelven a fracasar en esta oportunidad, crucial para la vida democrática del país, será momento de enfrentar esa trascendental demanda, que deviene de un estadío superior incorruptible y la soberanía popular identificada con la propia esencia de la raza llamada Patria.