Mensaje publicado en el propio muro social de la diputada poco después de que tratara de burros a los docentes del país. Amarilla está sancionada por lanzar acusaciones sin pruebas, atentando contra la libertad de expresión en el Congreso.

Diversos sectores ciudadanos y de poder político se pronuncian estos días acerca de la intención de un grupo de autoridades que hacen causa común con la diputada liberal Celeste Amarilla, quien fue sancionada con dos meses de suspensión en el cargo, sin goce de sueldo, por lanzar acusaciones graves contra colegas sin presentar pruebas o realizar la denuncia correspondiente ante el Ministerio Público, como debe proceder una representante del pueblo.

“¿Se acuerdan cuando Celeste Amarilla trató de burros a todos los docentes? ¿Se acuerdan cuando llamó prostitutas a las mujeres que trabajan en la función pública? ¿Se acuerdan cuando dijo que no había que darles créditos a las pequeňas y medianas empresas porque lo mismo iban a quebrar? ¿Se acuerdan cuando sin empacho trata de bandidos y corruptos a todos los que se oponen a le contradicen? Te pregunto a vos opositor, y a vos oportunista, ¿estuviste de acuerdo con esta diputada en sus expresiones totalmente desafortunadas, fuera de lugar, irresponsables e incluso delictivas?, afirma un posteo extraído de la red social.

Otros indignados expresan que la diputada confunde inmunidad parlamentaria con la inmunidad a la irresponsabilidad.

“Una acusación que no lleva nombre, apellido y pruebas, simplemente es un populismo que atenta contra la democracia. Ella lo sabe, o debería saberlo, porque supuestamente es una de la que hace las leyes del país y establece los castigos o sanciones para los que transgreden el ordenamiento jurídico”, opina otro ciudadano.

La Cámara de Diputados, con mayoría colorada, decidió sancionar a Celeste Amarilla por decir en sesión pública que la mayoría de sus colegas han recibido dinero sucio para conseguir su curul, sin demostrar pruebas, evidencias o alguna documentación que avale sus afirmaciones.

El hecho no es nuevo en el Congreso paraguayo, donde se han lanzado acusaciones incluso más graves, sin pruebas documentales, sin que nadie se diera por aludido y acabando las denuncias como simples escraches, anécdotas o exabruptos propios de la política criolla.

El escenario, sin embargo, cambió con el caso de Amarilla, quien según los datos venía arrastrando cuestionamientos a su desempeño como diputada, sin aportar nada como representante del pueblo, pero sí lanzando sapos y culebras contra todo lo que, a su particular entender, significa agresión u ofensa a su persona.

Un sector de la Cámara de Senadores, especialmente conformado por opositores, ha dado su respaldo a Amarilla, afirmando que los parlamentarios cuentan con inmunidad y no pueden ser objeto de sanción por el solo hecho de opinar.

Sin embargo, el sector duro del oficialismo, liderado por el propio presidente de la Cámara de Diputados, Pedro Alliana, dijo que, antes que defender a una diputada irresponsable, los senadores deberían de preocuparse y ocuparse de las dos bancas “mau”, en alusión a las ocupadas por Mirtha Gusinky y Rodolfo Friedmann.

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