Actitud reflexiva de Marito en el desastre de su gestión, mientras la ira ciudadana se acrecienta con sus reveses seriados que instalan decepción generalizada. La gente ya no le quiere un día más en el poder.
En una saga interminable de fracasos que comenzaron ni bien asumió como presidente de la República, Mario Abdo Benítez experimenta en estos momentos uno de sus más bajos posicionamientos a nivel poblacional, que comenzaron con los robos millonarios de fondos para el covid y continuaron de forma sistemática con festivales de corrupción en casi todos los ámbitos de gestión gubernamental, con el agravante de que todos los casos debidamente documentados o con serias señales de delitos siguen en el opareí, como consecuencia de un Estado anestesiado por la influencia del poder y la posibilidad latente de generar nuevos ricos con los recursos destinados a la gente.
En este mar de decepciones, la ciudadanía ha expresado su hartazgo contra el gobierno de Marito y no le quiere ver un día más en su cargo.
“No pasa un día sin que este inepto nos sorprenda con algún fiasco, esto debe parar, el país no debe continuar en manos de un improvisado que nos está llevando a la ruina”, señaló en un expresivo posteo el indignado social José Carlos Bedoya.
Tras asumir la profunda decepción que embarga a toda la ciudadanía, expresó que “este inútil de Marito no la pega una, donde mete la mano mete la pata”.
Episodios seriados jalonan su historia de decepciones.
Inauguró su gestión con una fuerte bofetada a la población nombrando a impresentables como ministros de su gabinete y sucesivas autoridades en cargos clave que nunca se han justificado.
Cuando se creía que el Marito de la Gente por fin comenzaba a afianzarse, emergieron casos de corrupción, tragadas, licitaciones colosales amañadas, obras fantasmas, y el evidente propósito de entregar Itaipú al Brasil nombrando para ello a autoridades escombro como Federico González, tildado de traidor a la patria, y el eterno mimado del pokaré, la transa y la impunidad, Juan Ernesto Villamayor.
Se sumó últimamente el gobierno de Venezuela, que le trató a Marito de ladrón por el intento de zarpazo a la sonada deuda de US$ 360 millones a PDVSA.
En la práctica, es como si Marito se enamorara del infortunio del Paraguay.
Las denuncias de la prensa los tira automáticamente al basurero, y extiende un sórdido blindaje sobre sus hombres escombro.
El colmo se ha vuelto proverbial en el Poder Ejecutivo marista, y a nadie extrañan las reverendas metidas de pata de nuestro presidente de la República, que sigue campante en su cargo rodeado de aduladores y corruptos.
Mientras todo esto ocurre, la llamada oposición (que en la práctica no es tal) deshoja margaritas y calcula más ventajas y acomodos que podrán sacar de un eventual juicio político a Abdo Benítez, postergando sin misericordia el anhelo de vida digna de la gente.