Indignados se manifiestan frente a la Fiscalía General del Estado en reclamo de resultados sobre el paradero de Yuyú. Han pasado 16 largos meses de la desaparición, sin ningún resultado. Los vecinos temen el opareí y la impunidad.
Apenas un eco vacío y lastimero se erige en el entorno de la vivienda familiar de la ciudad de Emboscada, donde residía hasta el pasado 15 de abril de 2020 la pequeña Juliette Le Droumaguet, quien ese día desapareció misteriosamente en medio de sospechas y conjeturas que hasta el momento no pudieron descifrar los fiscales encargados del caso, levantando una nube de decepción y estigma sobre el Ministerio Público, que en todo este tiempo solo ha presentado supuestos y excusas que complican aun más la causa y alejan cada día la posibilidad de encontrar a la víctima.
“Nada, absolutamente nada”, respondió lacónico un vecino del barrio Isla Alta al ser abordado por La Mira sobre noticias de la niña y la posibilidad de novedades de parte de las autoridades encargadas de las pesquisas.
“Es como si le hubiera tragado la tierra. Todas las posibilidades han sido comentadas a los investigadores, pero por lo visto que acá hay cosas profundas que no conocemos, y que de alguna manera estarían en conocimiento de los fiscales, que sin embargo nada hacen para darle dinámica al caso, manteniéndose callados, para desgracia de la pequeña niña que seguramente estará clamando por retornar a su casa y jugar con los niños del barrio como siempre lo hacía”, señaló otro indignado.
De acuerdo a relatos de la madre biológica Lilian Zapata, su hija se encontraba jugando cuando en un santiamén la perdió de vista, iniciándose una cacería que no ha dado resultados.
Sospechosamente, la mamá no denunció inmediatamente la desaparición sino 24 horas después, levantando conjeturas y todo tipo de comentarios que salpican al padrastro de la niña, el ciudadano alemán Reiner Oberuber, quien durante sus declaraciones entró varias veces en llamativas contradicciones.
Para el vecindario la película es clara con respecto a la responsabilidad primaria de Lilian y Reiner en la desaparición de la pequeña, que al momento de su desaparición tenía 7 años de edad y padecía de una enfermedad congénita degenerativa.
Con el transcurrir de los días y meses el caso ha quedado prácticamente en el opareí, mientras la sociedad paraguaya en general clama justicia y pide que los culpables de la desaparición reciban el castigo establecido por la ley.
“Ya casi nadie se acuerda de ella; solo quienes compartíamos sus travesuras y su trajinar inocente en medio del colorido y el amor de su entorno, pero nada ni nadie escapa de la justicia divina”, deslizó entre dientes una mujer tras deslizar una mirada de melancolía hacia la vivienda de los Oberuber-Zapata, que hoy día luce extendidamente triste y estigmatizada.