Imagen de archivo que vuelve a repetirse dolorosamente en la sufrida ciudad, donde la falta de agua azota a pobladores que deben rebuscarse en lagunas contaminadas ante el silencio del gobierno, que a través de la Essap se burla de la gente.
Cuando toda la gente creía que el 2020 se presentaba como el final de un largo tiempo de sequía por la falta de agua, comienzan a aparecer señales indicadoras de que el martirio continuaría por tiempo indefinido en la ciudad de Emboscada, marcando un escenario de privaciones y sufrimiento indignos a esta altura de los tiempos, teniendo a la propia capital del país a tiro de piedra.
“No hay caso. Parece que estamos condenados a morir de sed”, disparó exaltada una mujer del populoso barrio Cachela, mientras trasladaba con mucho esfuerzo baldes con agua turbia cargadas de una laguna contaminada del sector.
El vecindario ha venido arrastrando la penosa situación desde hace décadas, cuando el mal se presentaba menos virulento por la existencia de abundante agua en lagos improvisados formados por huecos en las canteras, que hoy día han disminuido debido a la necesidad de producción y la generación de ingresos para personas que no tienen otros recursos de manutención.
El foco de la atención está concentrado actualmente en la Essap, que desde el año pasado construye un esquema de agua potable como parte de un proyecto institucional que apunta a dotar del vital líquido a poblaciones más necesitadas, de acuerdo a un orden de prioridades.
Sin embargo, las obras quedaron paralizadas por múltiples excusas, entre ellas la supuesta falta de entendimiento con una propietaria que se niega a ceder parte de su extenso terreno para albergar al tanque de agua ubicado en la ribera del río Paraguay, a la altura del puerto Arekutacuá.
“¿Cómo es que no previeron eso en el proyecto? ¿Y qué pasará si finalmente no se firma ese bendito acuerdo? ¿Vamos a volver a enfrentar un año de sequía y privaciones? ¿Eso es lo que nos merecemos como ciudadanos? ¿Dónde están las autoridades responsables? ¿Alguien en este mundo podrá escuchar nuestros clamores y dotarnos del vital líquido para nuestra subsistencia?”.
Estas, y muchas otras preguntas se hace el ciudadano común, sin recibir respuesta.
Mientras, la demanda del agua aumenta con el advenimiento de las primeras olas de calor y la sequía y, del otro lado, un proyecto de Essap que duerme el sueño de los injustos en espera de buenas nuevas que, por ahora, se hacen esperar ante la irritación, furia e impotencia de la gente.