España mantiene una superficie cultivada de 100 mil hectáreas de maíz transgénico, y otros países de la Unión Europea lo cultivan sin reportar problemas en su consumo. Acá, el senador Pereira dice que este tipo de producto es perjudicial y alienta su prohibición. (Foto: Pregonagropecuario.com)

Promovido por un referente de número del atraso y la ofensa impune de la sana convivencia social, se está gestando a toda marcha un proyecto que busca, nuevamente, satanizar la producción del maíz transgénico en el Paraguay, para lo cual buscan retrotraer convenios salidos de contexto o extinguidos por su propio peso referentes a paradigmas para la producción saludable y sustentable.

Al mando de un grupo de izquierda radicalizada, el polémico senador Sixto Pereira, reconocido como un “monumento a la haraganería” porque nada de provecho ha aportado al país en sus dos décadas de senador, impulsa a todo vapor el proyecto de ley que, en pocas líneas, busca supuestamente garantizar la vida y la convivencia de los paraguayos con alimentación saludable, esto es, con la siembra criolla despejada de toda manipulación genética (OGM).

Olvida Pereira que, en su momento, organizaciones internacionales ligadas con la investigación genética dieron a conocer al mundo el resultado de la producción modificada, con efectos esperanzadores y libres de riesgos para miles de millones de personas en situación de hambruna por la falta de alimentos.

Algunas de las ventajas, documentadamente expuestas a la consideración general, señalan que el maíz transgénico -satanizado por el senador Pereira y su grupo de izquierda radicalizada- tiene varias veces mayor rendimiento que el maíz criollo o maíz común que, según evidencias reconocidas por los propios pequeños productores, no prosperan debido a múltiples factores y constituyen más bien una pérdida de tiempo y de dinero porque en la práctica no tiene retorno por renta.

El maíz genéticamente modificado también presenta mayor volumen de producción, ahorro en el uso del suelo, reducción en la cantidad de aplicación de plaguicidas, menor consumo de combustible para las máquinas e implementos agrícolas, menos impacto ambiental y mejor calidad de vida para los agricultores.

Nada de esto han tenido en cuenta los senadores de Frente Guasu para arremeter contra la exitosa producción transgénica sin presentar argumentos sólidos sino valiéndose de informes ocasionales sobre envenenamiento del suelo por agroquímicos utilizados en este tipo de cultivo y, en consonancia con el principio socialista, sostener la versión de que el alimento transgénico es nocivo para la salud humana, a pesar de que estudios de laboratorio confirman que no se han reportado problemas a causa de su consumo, por lo cual tampoco cuenta con prohibición o limitación de venta en cualquier mercado del mundo.

De acuerdo a datos recabados por La Mira, la superficie mundial de cultivos biotecnológicos es de 160 millones de hectáreas.

La Unión Europea (UE) mantiene un área de siembra de 114.624 hectáreas de transgénicos, en un conglomerado donde España encabeza la superficie cultivada en el continente con 97.326 hectáreas de maíz transgénico para consumo humano.

Luego de estos datos, productores de granos ironizaron la postura del senador Pereira sugiriéndole que trate de instalar en Europa su discurso absurdo cargado de atraso.

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