Creados para poner orden en el tránsito, entre otras responsabilidades, los agentes multadores se han convertido en un azote de los contribuyentes, que les acusan de inventar faltas al solo efecto de recaudar. La Junta Municipal, mutis por el foro.

En una zaga vergonzosa de hechos que desnudan la perversión moral del poder, el intendente municipal de Asunción y la rosca de agentes de tránsito conocidos como zorros se trenzaron estos días en una dura batalla donde el plato principal fue, una vez más, el bolsillo del contribuyente.

El intendente Oscar Rodríguez había ordenado suspender durante 45 días la aplicación de multas a los conductores dentro del ejido capitalino, obteniendo como respuesta la férrea oposición de los agentes de tránsito, alienados como velas detrás de otra campaña que, a todas luces, apuntaba a recaudar.

Conocida es la mala fama de los PMT que, antes que solución, se han convertido en problema en el tránsito capitalino.

Estos uniformados pagados por los asuncenos, lejos de cumplir con su responsabilidad de ordenar la circulación y el cumplimiento de las normas de circulación y parqueo, se dedican mayoritariamente a la caza de incautos y de esa manera proceder al desplumaje de rigor.

Jamás importaron las quejas o protestas de los conductores devenidos en víctimas, que de esta manera se encargan de nutrir las arcas institucionales y personales de los zorros que hicieron el “trabajo”.

“Si no hay transgresiones, la inventan”, dijo este viernes una conductora indignada ante los hechos registrados en la Municipalidad, donde Nenecho finalmente cedió ante la vigorosa embestida de los policías de tránsito, ansiosos de “poner orden” en la vía pública.

La ciudadanía no tardó en reaccionar, y coincide en que los agentes desplazados en motos y automóviles para perseguir a los conductores solo buscan recaudar como parte del “operativo pan dulce” para fin de año, al que después le sucederían el “operativo Reyes Magos”, “operativo Semana Santa”, y así sucesivamente.

Este perverso manoseo a los contribuyentes se da a espaldas de autoridades que dicen representar los intereses de la población así sorprendida en su bienestar y derechos.

La genuflexión de Nenecho ante el embate de corruptos subordinados enmarca la pésima calidad de gestión municipal, en un momento donde la pandemia no acaba de golpear la salud y los bolsillos de la ciudadanía, que nuevamente debe prepararse para enfrentar el azote público e impune de policías que supuestamente salen a la calle para ordenar el desplazamiento vehicular pero que, en realidad, a lo que apuntan es dar zarpazos a los conductores a través de multas arteramente articuladas.

La decantación de la PMT y la instauración de un esquema profesional de intervención basado en las leyes de tránsito figuran en el listado de promesas electorales de muchos concejales, que bien harían en poner manos a la obra sin más pérdida de tiempo, a menos que, como viene ocurriendo históricamente, terminen por plegarse a las generales de la ley, mirando cómplicemente para otro lado a la hora en que sus intereses personales o sectoriales no estén en peligro.

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