Imagen patética de la realidad paraguaya, donde no pasa un día sin que sea reportado algún hecho criminal o policial. El principal responsable de la seguridad pública fue blanqueado en Diputados, como si nada hubiera pasado en este país. (Foto: Diario Popular).

Con votos de camaradas opositores y colorados abdistas el cuestionado ministro del Interior Arnaldo Giuzzio pudo zafar olímpicamente este viernes el juicio político que había sido preparado en su contra por sectores hastiados de la inseguridad pública y de tener que convivir con un Estado ausente donde ningún día que pasa está exento de sangre, sicariato, robos y asaltos en todos los rincones de la República.

“No se hace cargo de sus muertos”, posteó un ciudadano tras tomar conocimiento del rechazo mayoritario al pedido de juicio político y, con ello, la libertad plena para volver a lo mismo con una estructura de perversión institucional intacta y recursos humanos acostumbrados a la corrupción en sus más variadas especialidades.

Con el blanqueamiento de Giuzzio, la oposición y el abdismo le dieron también la mano al presidente Marito, de quien afirmaron días antes que debido a la anarquía de seguridad debía ser el primero en ser llevado a juicio político.

Como se ha convertido en “norma” durante el actual gobierno, el principal blanco de los tiroteos ha sido el ex presidente de la República Horacio Cartes, sobre quien se alinearon como velas tratando de ganar terreno en materia de disparos verbales y acusaciones, que en su momento han sido expuestas y rebatidas por referentes cartistas.

Honor Colorado se trata de un movimiento político interno de la ANR que disputa una lucha aparte en la carrera por las presidenciales del 2023 con el grupo liderado por el actual vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, señalado de ser engranaje vital de la estructura de corrupción institucionalizada en el gobierno e igualmente blindado a las críticas mediante la intervención de medios periodísticos afines, sumisos ante las dádivas de la publicidad estatal y las fortunas amasadas en licitaciones públicas dirigidas, entre otras facilidades.

En la sesión de este viernes, a nadie pareció importarle la situación de país-narco al que ha llegado el Paraguay, donde los traficantes se regodean en sociedad y han convertido el país en territorio liberado, presentándose abierta e impunemente en compulsas electoralistas y ocupando cargos públicos, mientras la gente pasa sus días en vela rezando por retornar viva a sus hogares y llevar un pedazo de pan diario en la mesa, entre otras múltiples necesidades despreciadas por sus representantes en el Congreso.

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