Correligionarios críticos del gobierno piden que Marito deje de usar el color rojo y seleccione otros tintes, como el verde abortivo, para honrar la lealtad de sus amigos de la izquierda chavista. «Es un traidor a la causa republicana», opinan colorados de la ANR.
Nadie duda de que el presidente de la República está haciendo bien los deberes pensando en el día después de abandonar su cargo, en un escenario donde posiblemente deberá enfrentar denuncias de mal desempeño, enriquecimiento ilícito, abuso de poder y autoridad, desvíos multimillonarios de recursos del covid y otro rosario de delitos que, tempranamente, lo colocan en silla de acusados.
Muchos dudan de la condición de colorado de este descendiente de la dictadura.
Desde que asumió el poder, el hijo de Mario Abdo Benítez se empeñó en una cruzada de venganza política, no contra opositores al régimen como pensarían muchos, sino contra sus propios correligionarios con cuyos votos llegó al poder contra todos los pronósticos.
El nombre de Horacio Cartes suena lúgubre a los oídos de Marito.
El movimiento cartista fue, precisamente, el que posibilitó el triunfo del que sería presidente del Paraguay por el período 2018-2023, al ceder unos 500.000 votos que lograron finalmente entronar en el Palacio de López al joven millonario por herencia que ensayaba sus primeras armas en la política de peso.
Esas mismas lealtades, consolidadas en el fragor de las escaramuzas presidenciales en nombre de la Lista 1, lograron salvarle de dos virtuales juicios políticos, a pesar de lo cual su inquina continuó inalterable, en una exposición latente de traición a la causa republicana y alevosa deslealtad a quienes se jugaron la vida partidaria por él.
Hoy día, alejado de la vida partidaria, se ha empeñado en cosechar lealtades pegadas con saliva, como la ofrecida por el izquierdista partido PDP, donde dos conspicuos referentes -Giuzzio y el exministro del Interior de la era Lugo, Rafael Filizzola- se encontraban hasta este viernes en delicada situación judicial, uno denunciado por presunto enriquecimiento ilícito y delitos conexos, y el otro por el desvío documentado de recursos millonarios destinados, en los papeles, a la construcción de comisarías en el interior del país.
De esta manera, el líder de Añeteté practica rumbos tormentosos envuelto en una maraña de condicionalidades, entre ellas el estigma de ser calificado el peor presidente después de la dictadura, aunque esta etiqueta parece no importarle a Marito, quien aupado por sus cómplices de la izquierda y amigos mediáticos hace grandes esfuerzos para llevar al Paraguay como el país más corrupto del mundo.