Lejos de una vida sacramental orientada por la Iglesia, Medina se ha convertido en un político funcional a sus amigos, estableciendo sus propios principios de crítica hacia quienes considera «enemigos». Calló cómplicemente el desastre de gestión de Marito y también de Giuzzio, como si todo marchara sobre ruedas en el país.

En una fórmula que siempre le ha dado resultados, haciendo uso y abuso de recursos mediáticos amigos, el polémico obispo Mario Melanio Medina volvió al tapete estos días con furibundas expresiones contra un “enemigo común”, disparando munición gruesa contra el cartismo y el líder liberal radical auténtico Blas Llano, a quien acusó de ser funcional a los intereses de HC.

Apelando a expresiones impropias de una autoridad de la iglesia católica, Medina lanzó pestes contra la persona de Llano, a quien acusó de “bandido, impresentable y degradante”, por el hecho de votar en contra del juicio político a la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, acusada de mal desempeño en sus funciones por la misma cohorte de legisladores colorados abdistas e izquierdistas que blindaron hace un mes al ex ministro del Interior Arnaldo Giuzzio al no permitir que vaya a juicio político por el desastre de la seguridad nacional.

Ni bien se sentó nuevamente en su cargo, Giuzzio se encargó de “agradecer” el voto de confianza de los diputados amigos apareciendo en escena con evidencias de estar ligada a la mafia del narcotráfico, por lo cual fue echado “lastimosamente” de su cargo, idiotizando a sus amigos legisladores y exponiéndoles a críticas generalizadas.

Monseñor Medina guardó silencio sobre estos hechos, y reaparece ahora con maldicientes verbos y lenguaraz actitud para despotricar contra todo lo que significa cartismo, erigiéndose en fiel escudero de su particular modo de ver las cosas, siempre hacia la izquierda, defendiendo supuestamente la justicia que él mismo burló cuando se desempeñó como obispo de Misiones, cuando, lejos de dedicarse al Evangelio, se dedicó a la política abierta, el tráfico de influencia y la acumulación de riqueza.

Como siempre ocurre cuando este religioso fuera de serie abre la boca, sectores mediáticos afines divulgaron en gran destaque sus habladurías, callando cómplicemente el silencio de MMM sobre el desastre de gestión del presidente Mario Abdo Benítez y otros impresentables del gobierno que han convertido al Paraguay en tierra de la mafia, donde los poderosos se pasean como grandes señores, y los comunes son sentenciados a vivir como parias, acogotados de necesidades y sistemáticamente ninguneados en sus reclamos de vida digna.

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