Ozorio fue por mucho tiempo ícono del mundo cooperativo paraguayo, pero su probable vínculo con el narcotráfico ensombrecen su perfil y genera una enorme pérdida de credibilidad a la entidad que lo tuvo como emprendedor antes de bucear en la política. (Foto: Ñanduti.com).
Asociados de la cooperativa San Cristóbal, de Asunción, están expectantes este miércoles de la intervención fiscal ordenada para investigar las cuentas de la empresa de economía solidaria que, de acuerdo a los datos, mantendría nexos con la estructura del narcotráfico y el lavado de dinero.
“No podemos afirmar ni descartar absolutamente nada, solo después del análisis detallado del movimiento contable y administrativo podremos sacar conclusiones de valor”, afirmó escuetamente una asistente fiscal tras ser abordada por periodistas, ávidos por primicias relacionadas con el tema, que generó cúmulo de malestares y críticas contra las autoridades de la cooperativa, el ente regulador Incoop y el gobierno nacional, específicamente las instituciones encargadas de controlar los negocios en negro.
El diputado colorado abdista Juan Carlos Ozorio, directivo histórico de San Cristóbal, colapsó las tapas de diarios y redes sociales luego de que salieran a luz sorprendentes datos sobre su presunto vínculo con el esquema de tráfico de drogas en Paraguay.
El escándalo derivó en la inmediata reacción de sus pares del Congreso que sin pérdida de tiempo solicitaron su destitución, tras lo cual Ozorio se vio obligado a renunciar.
Mientras esto ocurre, millares de asociados de la tercera cooperativa con mayor cantidad de clientes se mantienen expectantes alertas en extremo ante el menor movimiento de activos, instalando en el entorno un halo de inseguridad que seguramente ganará volumen a medida que transcurren las horas, independientemente de los resultados de la investigación fiscal.
“Sabíamos, y tolerábamos, que estuviera metido hasta los tuétanos en actividades políticas, pero esto ya pasó totalmente de la raya”, opinó esta mañana una asociada tras recordar el perfil aglutinante que siempre ha mantenido Ozorio.
“Era muy atento y detallista, y procuraba el bienestar de la gente, pero evidentemente detrás de este perfil se escondían otros intereses que nada tienen que ver con nuestra calidad de socios”, comentó la indignada.
Caras largas y una enorme sensación de frustración afectan a la familia cooperativa de San Cristóbal, fundada por sacerdotes canadienses en la década de los años ’60, cuando mucha gente necesitaba dinero y los bancos no concedían créditos a gente humilde.
“Después de todo lo que está pasando, seguramente no volverá a ser la misma”, disparó en la red social un socio indignado.