Referentes de «Concertación Nacional» durante el acto de presentación. Aparecen los polémicos políticos «opositores» amigos del gobierno, Efraín Alegre y Rafael Filizzola, de perfil favorable a secuestradores, invasores y piqueteros. (Foto: Diario La Nación).

Cuando el remedio es peor que la enfermedad.

Así graficaron sectores gremiales y de trabajo la propuesta presentada por la organización Concertación Nacional para las próximas elecciones generales del 2023, como oposición al Partido Colorado en el poder, y especialmente contra el cartismo, que emerge como la principal fuerza política en el interior de la ANR y en las preferencias presidenciales, según sondeos de opinión independientes divulgadas en las redes sociales que los afectados se adelantan en calificar de parcialistas e interesadas.

El principal cuestionamiento que la sociedad le endilga a la concertación es que está integrada por cuestionados referentes políticos y sociales, entre ellos el ex ministro del Interior de la era Lugo, Rafael Filizzola, quien mantiene campante y solvente el partido familiar PDP (Partido Democrático Progresista), que se presenta como opositor, pero en la práctica oficia de aliado del gobierno y defensor acérrimo de los abusos e inoperancia de Abdo Benítez y su gabinete, que le ayudaron a sortear con la extinción penal una causa por desfalcos multimillonarios de las arcas públicas durante la época del “taita guasu” Lugo, para mantenerse como si nada en sectores de poder.

El elenco de rejuntados políticos y sociales está integrado también por el polémico presidente del PLRA, Efraín Alegre, quien se presenta en sociedad como víctima de la mafia, sin reparar en el cargado prontuario que adorna su figura, especialmente lo referente al manejo de bienes y recursos, tanto en su anterior cargo de ministro de Obras Públicas en la era Lugo (donde le acusaron de vaciar la institución y dejar clavos siderales) y en su condición de tendotá partidario, donde sus propios correligionarios le acusan de ladrón.

Al igual que la mayoría de los partidos que integran la alianza electoral, el efrainismo también se ha plegado con su silencio a los abusos del gobierno de Abdo Benítez, callando cómplicemente los robos en cadena denunciados durante la pandemia, apelando arteramente al desgastado eslogan “Paraguaysinmafia” para justificar sus felonías y exponer su retórica anticartista.

Para Alegre, reconocido como artífice alcahuetero del incendio del Congreso e inoperante consuetudinario, el presidente del Paraguay no es su amigo y padrino Abdo Benítez, sino Horacio Cartes, en un estudiado sofisma que, hasta ahora, le ha permitido la impunidad y el seguir deambulando en libertad sin que nadie le moleste.

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