El agua que pierde sin pausa el registro averiado se desplaza sin freno por las calles del barrio, convertidas de esta manera en un chiquero que dejan ver enormes cráteres semejantes a los producidos por las bombas rusas en Ucrania.

Usuarios del servicio de agua potable del residencial barrio San Jorge, de Asunción, se comunicaron con el diario La Mira para denunciar una situación calificada por ellos mismos como “de calamidad ambiental” debido a la avería de un registro domiciliario ubicado en la vereda que hace nada menos que 11 días deja fluir inmisericordemente millones de litros de agua pura, que de esta manera inundan la zona convirtiéndola en un chiquero desagradable y peligroso para el vecindario donde residen muchos niños y personas vulnerables.

“Estamos hartos de llamar a Reclamos de la Essap y, luego de cumplir con los requisitos de denuncia, ir a esperar en vano la presencia de los operarios, que nunca llegan bajo los más variados y poco creíbles pretextos”, lamentó una contribuyente.

El punto conflictivo que pone en ascuas al vecindario se encuentra sobre la calle Mayor Leandro Aponte, entre Obispo Basilio López y Capitán Leonardo Britos, apenas a una cuadra y media de la avenida Aviadores del Chaco.

Otra indignada del barrio vip, que en la práctica se asemeja a un “barrio hule” exhibió el ambiente indigno en que se desenvuelve su familia debido a la presencia permanente de agua en la calle.

“No podemos tener la casa limpia”, se quejó, tras señalar que “para peor, el clima fresco atempera la humedad y facilita las enfermedades respiratorias. El barrio está lleno de niños, especialmente, con cuadros gripales o resfriados”, alegó.

Con respecto al caso, La Mira llamó el pasado miércoles a la sección Reclamos, de la Essap, donde un funcionario contestó que ya había varias denuncias específicas y que “en cualquier momento” los técnicos tercerizados acudirán a solucionar el problema.

Sin embargo, pasan los días y la situación permanece invariable, con millones de litros de agua pura derrochada que circula por el pavimento sin límite alguno, dejando detrás de sí una estela de repudio y sinsabores, además de una imagen aldeana de dejadez y ninguneo de la zona que los afectados achacan a las autoridades de la Essap, una empresa supuestamente privada, con perfil público, que maltrata impunemente a los usuarios desde hace décadas.

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