Celeste quiso aprovechar el micrófono internacional para hacer electoralismo, pero fue interrumpida por la producción televisiva. Un nuevo escandalete de la diputada liberal que, lejos de ser frenada, cobra vigor como «estrella» de la prensa amiga.
El escandalete mediático protagonizado por la diputada liberal Celeste Amarilla a través de la cadena internacional de noticias CNN en español instaló un trago amargo en el mundo político nacional, acostumbrado como está a experimentar cada cierto tiempo el desembarco en sectores de poder de referentes de probeta que, en el caso de la legisladora opositora ha pasado los límites para abroquelarse en el campo de la deshonra con un bochorno que ha trascendido fronteras.
Celeste es producto de la patética falta de preparación de los legisladores paraguayos, con unas pocas excepciones que pueden ser contadas con los dedos de una mano.
Su aterrizaje en el Congreso Nacional es resultado de una maniobra espuria y fraudulenta confesada por ella misma al decir que su banca fue comprada, y con la frecuencia mediática que se encarga de demarcar defiende con el ataque sus actos bastardos, instalando destaques grandilocuentes en la prensa amiga y convirtiéndose en estrella mediática, sin contar para nada su ignorancia supina en materia de manejo parlamentario, pero sí su verborragia obscena y extendidamente desvergonzada.
Por todo esto, no extrañó para nada a quienes le conocen el hecho de que CNN le cortara la comunicación cuando trató de desviar arteramente el tema del asesinato del fiscal Marcelo Pecci, para lo cual había acudido a solicitar su opinión el periodista Fernando Rincón, quien se encargó de poner en carril a la diputada al expresarle que se estaba pasando de revoluciones al enfocar el tema en cuestión hacia la figura del expresidente de la República Horacio Cartes.
La diputada, señalada de desviar millones de guaraníes provenientes de la merienda para escolares pobres, dijo de forma abierta y sin pruebas que Cartes tiene conocimiento acerca del autor del magnicidio, lo cual precipitó su salida del éter para entrar en la trastienda de la vergüenza, donde alardea prohijada por los padrinos de la prensa amiga que le tienen como referente estrella en opinología libertina y escrachamiento desenfrenado.
De hecho, el Congreso paraguayo está minado de “Celeste Amarillas”, como resultado de candidaturas políticas contaminadas donde lo que menos importa es la calidad legislativa y virtudes inherentes como la coherencia y el sano equilibrio emocional, el respeto en el disenso y la verba selecta despojada de obscenidades y pornodicciones, que en la práctica es mucho pedir para nuestros “honorables” señores parlamentarios.