Don Marcial recibió a La Mira en su paraíso productivo de Yrybycuá, donde es conocido y reconocido por su don de emprendedor y solidario ciudadano. En la foto, con su producción de lechuga hidropónica que se presenta seductivamente apetecible.
En una zona exuberante del departamento de San Pedro está ubicada la localidad de Yrybucuá, una tranquila población cuyos habitantes se dedican especialmente a obtener frutos de la tierra para generar recursos y pelear el día a día con mucha abnegación.
En un sector del pintoresco poblado reside don Marcial Chaparro, quien cuenta con una rica historia de vida y, según cuenta a La Mira, uno de sus principales objetivos es invertir su experiencia en el impulso de personas que anhelan salir de la pobreza con honestidad y trabajo, sacando provecho de la exuberancia de la zona donde el suelo recompensa con abundancia la esperanza depositada en su productividad.
Don Marcial arropa entre su palmarés un detalle no menor que el mismo lo asume con rigor. Se trata de su pasado de campesino sin tierra, que hoy día forma parte de la memoria familiar.
En la década de los 80, cuando luego de la caída de Stroessner el campesinado salió a las calles a reclamar reivindicaciones, don Marcial formaba parte de las milicias encargadas de cerrar rutas y lanzar consignas antigubernamentales para captar la atención de propios y extraños, en un terreno minado por la inseguridad que conoció de golpes y represiones.
Esta era su rutina de vida durante años, que le valieron al mismo tiempo respaldos y críticas, especialmente de sectores productivos agropecuarios que lamentaban los cierres de rutas como práctica de extorsión que, en suma, les valió a los manifestantes kits alimentarios, órdenes superiores para el acceso a la tierra propia y, según los datos, dinero en efectivo para los líderes que de esta forma silenciaban su vehemencia pública.
El estilo de vida miserable que arrastraba la familia, a veces pasando hambre y siempre algún otro tipo de necesidad, hizo reflexionar un buen día a la familia, que de buenas a primera decidió dar un portazo a la triste, peligrosa y desesperanzadora vida que llevaba, realizando un giro de 180 grados con una visión totalmente diferente.
Don Marcial y su familia decidieron instalarse en el predio de 10 Ha. que habían conseguido del entonces Instituto de Bienestar Rural (IBR) cerrando rutas, y se dedicaron al cultivo de rubros alimenticios, que a los pocos meses comenzaron a dar frutos en abundancia en una zona donde crece lo que se planta.
Con el paso del tiempo, el ex campesino sin tierra logró afianzarse con éxito en el mundo del trabajo, y con tenacidad pudo abrirse paso en el mundo de la producción exitosa, con rubros agrícolas y la cría de animales de variadas especies, entre ellas peces como tilapia y pacú, producidos en 17 estanques construidos con pala por la familia.
De esta forma pudieron salir de la pobreza, tener casa propia y adquirir comodidades variadas para una vida sin mayores sobresaltos.
Don Marcial es considerado un tendotá civil no solo en Yryvucuá sino en todo San Pedro e incluso más allá de los límites departamentales. Esto le ha valido el reconocimiento del propio gobierno de Estados Unidos de América tras ser considerado ciudadano ejemplar.
En la actualidad, don Marcial se desempeña como exitoso emprendedor, dedicándose a la producción certificada de variedades agrícolas como banana, maíz, piña, mandioca, etc. y una amplia gama de rubros de la agricultura familiar.
En casos puntuales, es el primero en hacerse presente con donaciones de alimentos para familias o sectores vulnerables que acuden a su generosidad para superar necesidades en este tiempo donde el costo de vida es muy alto y los proyectos oficiales de lucha contra la pobreza, específicamente del MAG, cada vez son más escasos y direccionados.
“Todo es posible con esfuerzo y sacrificio”, afirma mientras exhibe algunas de sus riquezas productivas.
“Mientras tengamos vida y salud debemos procurar salir adelante porque no hay situación más triste y dolorosa que el hambre”, sentencia.
Nadie mejor que don Marcial Chaparro para conocer los límites entre lo bueno y lo malo, y la perseverancia multiplicada para instalar una rutina exitosa que, por sus prolíficos resultados, debería ser motivo de orgullo y réplica de todos quienes anhelan pelear la buena batalla de la vida.