La guerra en Ucrania genera reacciones encontradas. Mientras unos lloran la desgracia ajena, otros celebran el lucro generado, como es el caso de los servicentros, que utilizan las mangueras como garrote económico para sus clientes.

Lo que para muchos países constituye una tragedia con perjuicios económicos variados, para el Paraguay la guerra en Ucrania se ha convertido en una brillante oportunidad para lucrar y sacar provecho de las necesidades de la gente, como es el caso de la Asociación de Propietarios de Estaciones de Servicio y Afines (APESA), que ni bien comenzó la agresión rusa y con ella el incremento de los precios internacionales del petróleo, entre otros carburantes, puso en marcha una maquinaria que genera riquezas siderales en corto tiempo.

De esta manera, las estaciones de servicio han visto multiplicar hasta niveles históricos el monto de sus ganancias con la suba arbitraria y fuera de todo control estatal de los precios de los combustibles, especialmente las naftas y el gasoil, que para una gran mayoría de la población se han vuelto prohibitivos, con todo lo que significa para el sufrido usuario el tener que movilizarse en micro, en un medio donde el servicio de transporte es un verdadero desastre y donde los empresarios transportistas tratan, al igual que sus amigos de APESA, sacar la mayor tajada de la situación.

Silenciosamente, el martillo de la suba se incrementó por nonagésima vez hace unos días, ante el silencio mediático que apunta sus dardos exclusivamente hacia el contrabando, mientras los grandes patrones hacen y deshacen a placer una supuesta grilla de justificación de precios que nadie conoce y se niegan a informar a la población consumidora, en contraposición a reglas claras de mercados serios donde el cliente es informado acerca de la trazabilidad del producto o servicio que consume.

Los dueños de servicentros se convierten en ciegos, sordos y mudos ante informes internacionales que revelan el equilibrio en los precios del petróleo, la estabilidad del dólar y otros factores vinculantes que no justifican la suba en el precio de los carburantes. Nuestros empresarios prefieren quedarse con las noticias de febrero, cuando el crudo tuvo una subida estrepitosa tras declararse la guerra, y actúan en consecuencia, declarando miseria en las recaudaciones y tirando el fardo al contrabando que, como se sabe, es regulado por los mismos empresarios en connivencia con los amigos del gobierno.

El oligopolio de los emblemas privados genera lucro desmedido y clientes manoseados, mientras el gobierno de Abdo Benítez y Petropar (el ente que supuestamente debería regular los precios de combustibles en Paraguay y de esa manera constituirse en parámetro de precios) miran para otro lado en vez de defender los intereses de la ciudadanía, siguiéndoles el juego a los emblemas privados inescrupulosos y voraces.

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