Toda la inocencia detrás del rostro de la pequeña Yuyú, quien a sus escasos 7 añitos ya conoció la perversidad humana. Su desaparición cubre de tristeza al país y de vergüenza a la fiscalía, que no logra resolver el enigmático cuan escandaloso caso.

La desaparición de la niña Juliette Le Droumaguet el 15 de abril de 2020 en la ciudad de Emboscada, lejos de acercarse siquiera a su reclamado esclarecimiento, se pierde en el tiempo y el espacio y, a medida que pasan los días, sube de tono la sospecha de vecinos acerca de su paradero que, desde un primer momento, señalan a la propia madre de la pequeña como culpable del hecho que ha conmocionado a todo el país.

“Nada de nada”. Así señaló una de las fuentes de investigación del caso al requerimiento de La Mira acerca de novedades que lleven a determinar adónde fue a parar la niña y quiénes son los acusados en la causa, entre otros detalles que, hasta ahora, permanecen en el oscuro anonimato.

La madre de Juliette, conocida en el vecindario del barrio Isla Alta como Yuyú, ha sido procesada por el delito de falta del deber de cuidado luego de que la misma reconociera que la víctima se encontraba bajo su cuidado antes de que se percatara de su llamativa ausencia y posterior desaparición.

Decenas de conjeturas, algunas creíbles y otras sin pies ni cabeza, se tejieron en todo este tiempo sobre la suerte de Juliette, pero ninguna de ellas ha logrado siquiera arrojar certezas que ayuden a los investigadores a conocer detalles del caso que, a más de a la madre Lilian Zapata, también compromete la presunta participación del padrastro de la desaparecida, el ciudadano alemán Helmut Oberuber.

El Ministerio de la Niñez y la Adolescencia ha tomado cartas en el asunto y dispuso diligencias que ayudarían a localizar a la niña, pero esta iniciativa ni sucesivas manifestaciones de vecinos y colectivos sociales de defensa de los derechos del niño lograron hasta ahora algún resultado positivo, sino decepciones en cadena que han llevado a propios auxiliares de justicia a etiquetar la causa como “misterio sin resolver”.

El propio presidente de la República Mario Abdo Benítez ha mostrado en algún momento interés por el caso y su confianza de que el Ministerio Público logre resultados auspiciosos en las investigaciones, pero tampoco tuvo mejor suerte.

En un momento se pensó en dar participación a la policía francesa, teniendo en cuenta que el padre biológico de la víctima es de esa nacionalidad, pero la idea no prosperó porque supuestamente no era necesaria la venida de especialistas para hacer el trabajo que la fiscalía paraguaya estaba haciendo, aunque sin ningún resultado hasta el momento, cuando han transcurrido más de dos años de la sospechosa desaparición.

“Alguien tiene que saber algo”, deslizó hace unos días una fuente fiscal acerca de posibles testigos calificados que, de existir, hasta el momento no se han manifestado, a pesar de una millonaria recompensa ofrecida por el padre biológico de Juliette y la garantía fiscal para los casos de secretismo informativo.

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