Los símbolos sagrados de la Patria han sido vilmente violado por Estados Unidos, según leales a Santi Peña que piden declarar al embajador norteamericano «persona no grata» para la República del Paraguay. Foto: Dreamstrime.com

Indignados por el tiránico y avasallador papel desempeñado por el gobierno de Estados Unidos en Paraguay, donde metió la mano alevosamente en la campaña electoral para favorecer al candidato de su elección, despreciando burdamente el derecho constitucional de todos los paraguayos de elegir libremente a sus autoridades sin injerencia extranjera, adherentes republicanos piden masivamente declarar “persona no grata” al embajador Marc Ostfield.

Ostfield ha sido en todo este tiempo la cabeza invisible de un malintencionado plan con receta empaquetada para direccionar los destinos del Paraguay, a través del presidente “adecuado”, hacia el globalismo contenido en la Agenda 2030 y defendido a rajatablas por Efraín Alegre y su Concertación con la complicidad rampante de holdings mediáticos cooptados presentados en sociedad como «independientes».

Esta Agenda contiene en primera instancia una retórica sustancial con un abanico de espejitos pero solo para la foto y para atraer incautos, porque en el fondo presenta un perfil diabólico, si se tienen en cuenta parámetros cristianos que castigan hechos o prácticas considerados anatemas, como el matrimonio entre personas del mismo sexo, la elección de sexo, el “orgullo” gay y actos vinculantes como la prostitución y la promiscuidad, el aborto en cualquiera de sus formas, incluidas otro abanico de perversiones que, en suma, contribuyen directamente con la destrucción de la familia y del tejido social.

El propio embajador ha desembarcado en nuestro país con el estigma de homosexual declarado, lo cual ocasionó un golpe emocional y espiritual en la enorme población cristiana que, de buenas a primeras, expresó severas críticas no solo al diplomático y su “esposo” sino al gobierno de Biden porque, a sabiendas de la tradición eminentemente cristiana de la población paraguaya designó a una persona inmoral como su principal representante ante el gobierno nacional, en medio del silencio sepulcral del presidente Marito y aún más del propio canciller Julio César Arriola, el mismo que se ha mostrado en todo este tiempo ciego, sordo y mudo para detener con armas constitucionales democráticas el grosero y perverso entrometimiento de Estados Unidos en la República del Paraguay.

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