En la foto de captura de pantalla se observa a Santi arengando a sus ministros electos para cumplir con sus obligaciones en beneficio de la gente, mientras los derrotados hurgan en la basura en busca de veneno contra «el enemigo».
En un hecho no conocido con presidentes anteriores, el titular electo del Poder Ejecutivo Santiago Peña convocó a todos los ministros nombrados del próximo gabinete nacional a quienes ofreció una arenga para empuñar todos juntos en general, y cada uno en particular, las riendas de las instituciones a su cargo con la finalidad de cumplir los compromisos que han asumido en beneficio de la ciudadanía.
“No tenemos margen de error”, espetó firme el sucesor de Marito ante la atención de los próximos ministros, en medio de la enorme expectativa de la ciudadanía paraguaya harta de necesidades no satisfechas y promesas incumplidas.
Mientras el gobierno entrante dispone todas sus fuerzas y energía para llevar a cabo los proyectos de desarrollo prometidos en campaña (salud, educación, seguridad y canasta básica en primer lugar), los derrotados en las pasadas elecciones se rebuscan en la basura en busca de tóxicos que puedan contaminar a cualquier agente involucrado con el gobierno electo.
Sobran argumentos para tratar por todos los medios de desteñir, desalentar y, si es posible, arruinar los planes del «enemigo» desde el momento que ningún sector derrotado deja de tener intereses creados en grave peligro.
Están en remojo licitaciones generosas con los amigos del poder que durante los últimos cinco años de desastre de gobierno abdista hicieron vito con los recursos públicos a cambio de servicios lamentables de costos multiplicados establecidos a gusto y paladar por encima de los órganos jurisdiccionales de prevención, control y represión, que de esta manera se han convertido en adornos.
Todo marchaba viento en popa con Marito a la cabeza y cantos de victoria que anunciaban el continuismo inoperante pero jugoso en beneficios y privilegios para los amigos.
Advino sin embargo dolorosa la derrota, y el barco comienza a hundirse con los primeros coletazos de una embestida judicial que busca poner orden en la casa, especialmente contra la estructura de cruel perversión política-mediática que, violando todos los cánones y conceptos del fair play en democracia y Estado de Derecho compitieron a cielo abierto en flagrancias sonorizadas a los cuatro vientos.
Las acusaciones falsas o sin pruebas o evidencias en transgresión al ordenamiento jurídico fueron instaladas con fuerza de ley en los medios y, por extensión, en el colectivo comunitario.
Casos repetidos hasta el hartazgo de difamaciones, calumnias, injurias, descalificaciones baratas, etiquetados personales agresivos, violencia verbal, exabruptos y desacreditaciones excluyentes rayanas en el terrorismo fueron enarbolados como bandera no contra la pobreza, la inseguridad, la falta de trabajo, la corrupción, los negociados, el nepotismo y la entrega de la soberanía sino contra un adversario en común que se erigía en muralla peligrosa contra el estatu quo.
Ahora que emergen los primeros síntomas de pases de factura el stablishment tiembla y comienza a dar manotazos de ahogado a través del mecanismo mediático en puertas donde tienen cabida suficiente todos los derrotados.
A diario vemos cómo intelectualoides de variada estofa lanzan escupitajos de ira contra los hombres del presidente.
Jamás importaron los rapiñajes de Marito, su manifiesta inutilidad en la administración del país, sus viajes ampulosos y costosos alrededor del mundo sin beneficio para la gente, los negociados feroces y servicios decadentes del IPS, la ausencia del Estado en las calles y para garantizar la propiedad privada, la grosera injerencia norteamericana en los asuntos internos del país ni las asociaciones lícitas para delinquir.
El adversario político se ha convertido en el enemigo a vencer, y con ese eslogan los aliados empuñan sus pretextos.
Queda por conocer el papel de la justicia y el corrector oficialista en ciernes para identificar culpabilidades y establecer sentencias.
Antes de ello, seguramente mucha agua correrá bajo el grande puente donde todos quieren cruzar pasando desapercibidos o, como el caso de republicanos consustanciados con el abdismo traidor, se han plegado y siguen encaramados como chicle a la estructura de perdición que no acaba de irse y pega brincos de sobrevivencia en busca de oxígeno vital.