Unidos como nunca detrás de los millones del almuerzo escolar, intendentes escuchan las buenas nuevas de parte del presidente, quien nuevamente da marcha atrás y exhibe una preocupante debilidad como líder del país.
Una preocupante muestra de falta de personalidad ha exhibido al país y al mundo este martes el presidente de la República, Santiago Peña, al volver sobre sus pasos y prestarse generoso al chantaje de los intendentes municipales del país, sedientos del enriquecimiento rápido y fácil con los millones del almuerzo escolar.
Sin vueltas, los titulares comunales lograron sin mucho esfuerzo convencer al propio titular del Poder Ejecutivo de que el programa de gobierno “Hambre Cero” adolecía de un error insalvable porque pretendía privarles de un bocado apetecible a quienes, alegando motivos patrióticos en favor de la alimentación escolar, estaban a la pesca de una presa competitiva que puede resolver “problemas” y satisfacer a la voraz clientela familiar y política.
Al menos el 80 por ciento de los intendentes municipales enfrentan graves dificultades en sus declaraciones documentadas de gastos correspondientes al Fonacide, entre ellos el almuerzo escolar que, de acuerdo a datos oficiales e investigaciones periodísticas, son distribuidos por empresas afines a los intendentes en una asociación que, casi en todos los casos, implica el reparto generoso de dádivas.
Ejemplos de corrupción en el manejo discrecional e interesado del almuerzo escolar sobreabundan en el Ministerio Público, en medio del secreto a voces del festival de derroches en desmedro de la calidad educativa, en este caso de la nutrición esencial en la tarea de aprendizaje y calidad de vida.
Si los intendentes realmente estaban interesados en la alimentación escolar no se habrían tomado la molestia de dejar sus cómodas oficinas rodeados de serviles para viajar a Asunción y apretarle las guindas al presidente, quien una vez más se dejó embaucar en una señal supina de fragilidad que habla mucho de su falta de firmeza y personalidad a la hora de hacer valer su decisión, en este caso de engrillar el bocado precioso llamado dólares para el almuerzo escolar a los intendentes y gobernadores, y manejar el proyecto fuera del alcance de esos lobos rapaces arteramente organizados para dar el zarpazo.
Seguramente no tardará en verse los primeros resultados de esta decisión imprudente y por demás peligrosa de Santi al prestarse gentil a los intereses personales de los intendentes, quienes no solo volverán a recibir el 100 por ciento de la plata destinada al almuerzo de los niños sino tendrán un premio extra, consistente en el 100 por ciento de los ingresos por Impuesto Inmobiliario que se mantenía en torno al 70 por ciento.
Con esta decisión presidencial aparece sombrío el panorama para 1.300.000 escolares que en pocos días irán a clases con la esperanza de recibir un almuerzo digno y no extrañaría que reciban a cambio comida indigna como resultado de la transa entre los intendentes y los cocineros.
Evidentemente, no estamos mejor, con excepción de los intendentes y selectos compinches, quienes seguramente van a estar mucho mejor y con “hambre cero”.