El diario La Nación develó con lujo de detalles el modus operandi de oscuras ONGs y sus vínculos con los millones del exterior cuyos directivos se niegan rabiosamente a transparentar.

La cabeza visible de la satanizada Comisión Bicameral de Ilícitos (incluido el lavado de dinero), Gustavo Leite, puso en aprietos a la colectividad “progre” en vigilia ardiente luego de que condicionara la exhibición de documentos de una ONG vinculada a su esposa que según la prensa líbero-zurda tampoco ha rendido cuentas sobre sus actividades, en este caso en favor de la rehabilitación de drogadictos en Paraguay.

“Yo no tengo ningún problema en mostrar los documentos de que la Comunidad Cenáculo del Paraguay no actúa al margen de la ley porque no recibe dinero del extranjero, como sí lo hacen organizaciones no gubernamentales que están bajo la lupa por recibir millones de dólares de Estados Unidos y Europa para ejecutar actividades cuyos fines y cuentas están totalmente blindados”, afirmó el exministro de la era Cartes que funge de asesor de la polémica Comisión.

La CBI es tildada de “ley garrote” por la colectividad opositora aliada al globalismo internacional que, entre otras calamidades, defiende a muerte la bandera verde del aborto y el arcoiris multicolor de la degeneración de género, a través de la participación directa de la prensa “independiente” que martilla de forma sostenida no solo contra el cartismo enemigo sino contra leyes que defienden la majestad de la familia y los valores en Paraguay.

A través de los holdings mediáticos aliados, las oenegés desarrollan un objetivo común que consiste en blindar como secretos de Estado sus actividades y, especialmente, sus erogaciones que, se sabe, son destinados a fines político-partidarios-ideológicos y a nutrir las cuentas de sus directivos y cómplices.

Durante la pasada campaña proselitista para elecciones del 2023, las ONGs cumplieron un protagonismo directo para direccionar la voluntad popular presentándose ante el electorado potencial como los salvadores de la Patria y actores principales del desarrollo del Paraguay, cuando también es sabido que el 90 por ciento de esas organizaciones se trata de ampulosos elefantes blancos que reciben sumas siderales y no aportan documentos.

Un ejemplo claro de cómo operan las ONGs en Paraguay es la organización Alma Cívica, manejada por los millonarios esposos Soledad Núñez y Bruno Defelippe, y también el CIRD (Centro de Información y Recursos para el Desarrollo) cooptado por Agustín Carrizosa, entre centenares de otras oenegés “sin fines de lucro” que se niegan a transparentar sus cuentas y, unidas en un frente común, tratan de satanizar los fines y objetivos de la Comisión Bicameral Antilavado para continuar con el festín a costa de la dignidad y las necesidades reales de la gente.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *