Ante la dolorosa ausencia del Estado en el norte, nadie, ni el mismo presidente Marito, está en condiciones de garantizar la seguridad pública y evitar otro eventual secuestro. La triste realidad que golpea al «Paraguay de la gente». En la foto de la Megacadena, familiares del liberado Peter Reimer cumpliendo una de las exigencias del EPP.

La facilidad con que el ilegal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) comete sus actos de secuestro y la falta de resultados de la fuerza pública para rescatar a las víctimas lleva a la conclusión de que nadie, ni el mismo presidente de la República, esté en condiciones de garantizar que en algún momento (cuando los terroristas lo decidan por cuenta propia), se registre otro doloroso secuestro en el país.

En la extensa lista de perjudicados por el deleznable crimen de privar violentamente de su libertad a las personas apenas figura un par de “rescatados” que, en suma, fueron liberados por la propia banda terrorista luego de cumplir con las exigencias extorsivas y arrodillarse ante sus cancerberos.

El EPP ha demostrado con suficiencia que es el dueño del poder y la fuerza bruta en el norte del Paraguay, donde muestra desempeñarse a sus anchas manteniendo a distancia a la llamada “fuerza de seguridad” o Fuerza de Tarea Conjunta que, en la eventualidad, se dedica a cuidar intereses de políticos o empresarios acaudalados a cambio de pagos extras que suman a sus salariazos.

Desgraciadamente, el norte del país se ha convertido en territorio liberado por el EPP, ante la debilidad de las instituciones propiciada por la ausencia del Estado.

El “sálvese quien pueda” rige entre los productores especialmente, quienes temen, con sobrada lógica, ser la próxima víctima de secuestro.

En medio de este caos, la figura del presidente de la República para poner orden es mera ficción, por la ineficiencia crónica en ofrecer resultados sino, en la eventualidad, realizar pomposos tours con aparatoso despliegue de soldados, equipos y logística que, al final, de nada sirven para revertir la anarquía y devolver las ansiadas paz y seguridad a los “comunes” de la zona.

La «liberación» este martes del menonita Peter Reimer es muestra palpable de la situación que se vive en la zona, donde los familiares de la víctima debieron arrodillarse ante los criminales para implorar clemencia y lograr la ansiada libertad, que en esta ocasión se dio con el retorno sano y salvo del joven trabajador al seno familiar en San Pedro.

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