El rostro de la vergüenza y el peligro contra la institucionalidad de la República. Velázquez funge de nuevo tendotá ante el mareo y descarrío de Marito, mientras la ciudadanía pelea una batalla aparte por salvar el día como pueda. (Foto: Diario HOY).
Como si la república del Paraguay se tratara de un mercadito con oferta de productos y servicios, el presidente Mario Abdo Benítez está culminando su fracasada aventura por el Palacio de López tirando para abajo, idiotizando la institucionalidad y alimentando de poder a adversarios políticos convertidos en amigos, mientras los correligionarios son perseguidos a mansalva en una saga que, así como se presenta el escenario electoralista, se agravará con el correr de los días.
Suman los casos de autoridades que han sido cambiadas por el solo hecho de no prestarse al desastre de Marito, y muchos más están avisadas de que les alcanzará el licenciamiento y las gracias por las labores cumplidas en caso de que no bajen la cabeza ante la embestida del “Toro” republicano con afán presidencial.
La ciudadanía indignada se tomó de la cabeza estos días luego de que saliera a luz el deseo de la esposa del vicepresidente de la República de asumir el cargo de fiscala general del Estado, luego de que la razia encabezada por su marido destronara a la actual Sandra Quiñónez y le allanara el camino al apetecido empleo.
De esta manera, el concurso de méritos y aptitudes para el ejercicio del delicado cargo se presenta como un bufón de pacotilla de la mano de aventureros políticos empeñados en alimentar el ruedo familiar, sin importar los intereses de la Patria que han jurado defender.
Velázquez arrastra un grueso prontuario en la función pública, con un historial de tranzas y negociados que han multiplicado por cientos, tal vez miles, su fortuna espuria, a partir de su incursión harto fructífera y productiva en Ciudad del Este, donde se ha convertido en amparo de la mafia fronteriza, como inicio de una vida signada por el apego al poder y el enriquecimiento fácil que culminó con el infame intento de entregar Itaipú al Brasil, que posiblemente le hubieran significado millones en prebendas y el mismo monto en sufrimiento para el pueblo al que supuestamente representa.
Mientras esto ocurre con el segundo del Ejecutivo, el presidente Marito expone su ausencia y desprecio por los intereses ciudadanos, aupado por el blindaje mediático amigo y la oposición devenida en cómplice.
La inseguridad enmarca el fragor de vida ciudadana, el costo de vida se ha elevado a las nubes, sube el combustible, sube el subsidio a la mafia del transporte, los puestos y cargos públicos están reservados exclusivamente a amigos del poder, y la población ha sido ninguneada en extremo, expandiendo el sálvese quien pueda en una carrera contra el tiempo.
Cuando falta poco más de un año para el aguardado final del gobierno de Marito, éste se muestra mareado y perdido en el poder, rodeado de aduladores y aguardando el día que vaya a continuar su descanso en su termo dorado de Neverland.
Para que su descanso sea extendidamente fructífero necesita una fiscalía general a medida, que pase por alto las graves denuncias que pesan en su contra, entre ellas el destino de millones de dólares acumulados para la lucha contra el covid, con los resultados harto conocidos por la ciudadanía.
Velázquez, hambriento de poder, emerge como el cómplice ideal para “moldear” las instituciones, y nada mejor que comenzar por cortar cabezas en la Fiscalía General del Estado, a sabiendas de que la Corte Suprema de Justicia está suficientemente articulada por amigos que no representarán peligro alguno a la hora de balancear preferencias.