Con el 80% de rechazo ciudadano a la gestión de gobierno, el presidente Abdo Benítez se refirió en su informe de gestión al tema seguridad y se burló de la gente al hablar de una supuesta «cruzada nacional» por los secuestrados.
En una muestra de cinismo que a nadie extraña, el presidente de la República Mario Abdo Benítez culpa a otros de su falta de gestión, acción y resultados en la lucha contra el terrorismo en el norte capitaneado por el ilegal Ejército del Pueblo Paraguayo, y dice que, “como garantes de la ley que somos todos los funcionarios” existe “una angustiosa deuda por saldar”, en referencia a la necesidad de retornar sanos y salvos a sus respectivos hogares a los tres secuestrados que tiene en su poder desde hace años la agrupación criminal EPP.
“Edelio Morínigo, Félix Urbieta y Oscar Denis siguen permaneciendo lejos de sus familias a causa de motivaciones criminales, por lo que estamos reforzando la cruzada nacional para retornarlos (a sus hogares) e impedir en el futuro que otros paraguayos sean arrebatados de los suyos”, señala en su informe de gestión presentado ante el Congreso Nacional, que fue leído o escuchado por apenas el 41 por ciento de los legisladores, la mayoría de ellos colorados oficialistas y opositores aliados al gobierno.
A nivel ciudadano, el desinterés por el discurso de Marito ha sido extendido, a tenor de las críticas divulgadas en las redes sociales, donde la ciudadanía indignada disparó municiones verbales contra la figura desgastada, falsa y extendidamente corrupta del titular del Ejecutivo nacional.
Con relación a los secuestrados, durante los 4 años de mandato poco o nada ha hecho para rastrear a los compatriotas secuestrados, cuya suerte se desconoce en medio de rumores que solo alimentan la ira de ciudadanos que no terminan de preguntarse qué de malo hicieron para ser arrancados del seno familiar de la peor forma y tener que enfrentar los rigores de la injusticia absolutamente alejados de los organismos de represión y seguridad públicos.
En su calidad de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Marito tiene el poder y mando para ordenar las intervenciones que hagan falta en su “cruzada nacional” por los secuestrados, pero antes que ello se mantiene vegetado en su curul, arropado de silencio o respondiendo con falsedades o ambigüedades los gritos de justicia de los familiares de los secuestrados.
El gobierno mantiene en el norte una dotación especial de 150 soldados supuestamente expertos en lucha antiterrorista dotados de armas de precisión, equipos y logística de primer mundo, incluidos tanques de guerra, helicópteros y aviones para la lucha contra el EPP, pero tras años de vigencia la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) nada ha cosechado y, en contrapartida, cada mes genera un agujero financiero de un millón de dólares en el presupuesto de un país castigado por la pobreza.
Nadie sabe a qué se refería Marito al hablar de “cruzada nacional” por los secuestrados, y en todo caso la expresión fue interpretada como una burla a la población paraguaya, que tampoco deja de preguntarse cómo es que 40 criminales puedan esconderse indefinidamente en los montes sin ser detectados, perseguidos y capturados para enfrentar los rigores de la ley y de esa forma garantizar nuevamente la vida en el norte del país, que actualmente está rendida a los intereses del terror.